domingo, 18 de septiembre de 2011

Fernando Cabrera en Somos Sonido con/cierto íntimo


FERNANDO CABRERA

en con/cierto íntimo

SÁBADO 24 DE SETIEMBRE - 21:30 HRS

DOMINGO 25 DE SETIEMBRE, 20:30 HRS


Vuelve el maestro Cabrera a Somos Sonido. Guitarra y voz, esta vez con las Canciones Propias, que son también nuestras. 50 lugares, 50 afortunados. Doble función!!!


RESERVAS AL 27097214

Baldomir 2420, esq. Obligado

info@somossonido.com.uy

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Nocetti-Cabrera: Tierra de Gigantes

El más importante cantor uruguayo de Julio Sosa para acá, y el compositor más poderoso de la música popular uruguaya reciente, juntos.



Por: Elbio Rodríguez Barilari

Gustavo Nocetti era nuestro último gran cantor de tangos. Hasta que salió del escenario de la vida de manera trágica. Y con la aceleración típica de todos sus quehaceres.

La figura de Fernando Cabrera se agiganta, sin prisa y sin pausa, como el más importante compositor popular de las últimas décadas. Su influencia sobre las siguientes generaciones es tremenda. Y benéfica.

En 1986 la gente de Joventango quería grabar un disco de Nocetti. Y éste, siempre inquieto y amigo de correr riesgos artísticos, se puso a buscar un arreglador capaz de sacudir las rutinas del género.

Nos juntamos para un café vespertino en la esquina de El País. Me contó del proyecto y me preguntó quién podía arreglar un proyecto así. Yo le dije sin dudar: Fernando Cabrera.

Es que en aquellos años, tanto Cabrera como yo éramos tangueros íntimos, subterráneos. Nadie nos identificaba con esa música. Aunque nosotros peregrinábamos detrás de Horacio Salgan, de Pugliese, de Piazzolla, cada vez que esos gigantes se ponían a tiro.

Cuando yo le repito, porfiado, "el Cabrera", Nocetti hace una pausa dramática, muy suya, y me dice: "Sos la tercera persona que me sugiere a Fernando". Comentamos un poco sobre el repertorio, recuerdo que me atreví a recomendarle Tristecitas Montevideanas, de mi admirado Jorge Bonaldi.

La siguiente noticia que tuve vino en la forma de un disco que me llego a la redacción de El País.

Hoy, más de veinte años después, el sello Ayuí reedita éste material, elevado a la jerarquía de documento histórico.

Cuando Gustavo y Fernando se juntaron, se sacaron chispas de talento y el voltaje emocional trepo a alturas vertiginosas.

En estos once surcos, Gustavo canta como casi nunca. Y uno no puede dejar de pensar en todo lo que nos robó la tragedia de la rambla. Cabrera estaba en uno de los picos de su carrera. Este CD incluye uno de los grandes temas de Fernando, la milonga intitulada Méritos y Merecimientos, donde los dos protagonistas cantan juntos. Salvo la presencia de Edison Bordón en el bandoneón, el resto del equipo es más música popular uruguaya, que tango: Recagno en el bajo, Etchenique en la batería, Goicoehea en el piano.

El color sonoro, la tímbrica que le dicen, tampoco es tanguera. Frecuentemente Cabrera toca una guitarra de cuerdas de acero con pedales de efecto, especialmente chorus y flanger, como para un disco de Darnauchans. Pero los arreglos tienen una increíble vivacidad rítmica y al mismo tiempo le dan a Nocetti un enorme espacio para expandir los límites de su expresividad en esos paisajes sonoros tan típicos del pincel de Cabrera.

Cabrera incluso extrajo un candombe beat de un tema de Baglietto y Fito Páez, intitulado La Música del Río de la Plata, que así condimentado queda mucho más sabroso que el original. Este tema no suena a tango ni por las tapas… pero Nocetti se sale del género típico con olímpica autoridad. Somos los ilusos, de Chico Novarro tiene ese ritmo pop un poco molesto que tanto él como Eladia Blázquez le sobrepusieron al tango en los años setenta. Pero Cabrera y Etchenique salen al rescate dándole un toque milonguero-candombero que lo depura.La inclusión de dos tangos con textos del poeta argentino Héctor Negro, para mí muy superior a la Blázquez, Novarro o Ferrer como letrista de tango, es otro indicio de buen gusto. Completado con páginas escogidas de Manzi, de los Expósito, la Walsh, y mi predilecta, aquellas Tristecitas Montevideanas de Bonaldi.

En fin, un CD para atesorar, para enroscarse oyéndolo y meditar en lo afortunados que hemos sido de tener a Nocetti entre nosotros, hasta aquella noche trágica. Y de que Cabrera siga ahí, con todos sus méritos y merecimientos en plena erupción.

barilarius@yahoo.com

viernes, 9 de septiembre de 2011

"En la originalidad está el valor"

Entrevista antes de su doble show de hoy y mañana

Recién llegado de Santiago de Chile, donde se presentó por primera vez en el marco de un festival, el músico se dispone a ofrecer dos conciertos en el local de La Trastienda. No solo repasará su último disco "Canciones propias", sino que tal vez adelante y pruebe temas de su próximo disco.

Paciente y seguro, Fernando Cabrera pasó más de dos décadas de carrera como una joya uruguaya no descubierta en el extranjero. Recién en la última década, y de forma gradual, salió al exterior con paso firme, llegando a un público que se sorprendía y lo sorprendía a él. En Cuba, Brasil, Argentina y Chile el público se encontraba con un cantautor de extensa trayectoria. Y él, a su vez, se encontraba con un público que, a pesar de descubrirlo recién ahí, agotaba las entradas para sus shows. En Santiago de Chile le ocurrió lo mismo cuando tocó la semana pasada en el Complejo Cultural Gabriela Mistral. "Mis recitales son siempre distintos, dependiendo de mi banda", explica. "Estos viajes que hago por Latinoamérica los hago solo. Y después está el repertorio que tengo ganas de hacer. En La Trastienda voy a hacer algo distinto a lo de Chile, voy a tocar con Federico Righi, Juan Pablo Chapital y Ricardo Gómez y vamos a hacer canciones del último disco". El proceso de trabajo de las canciones de Cabrera es igualmente paciente. Parte de lo que hace en ese proceso es ensayar en estudio y también ensayar en vivo las nuevas canciones, cosa que hará en el concierto de esta noche. "En vivo entra en juego más la emoción, que es difícil de conseguir ensayando en un estudio. En el escenario aparece la verdad. Tocás de otra manera, todos se la juegan más", contaba. Con dieciséis discos y cincuenta y cuatro años, Cabrera ha recorrido un larguísimo camino a la hora de perfeccionar las formas de componer y pulir canciones. Y también, de conocer a su público. La respuesta de la audiencia a la hora de probar canciones, dice, es relativa, "porque en general el público apoya. Creo que la experiencia es más bien interna. Y te juega una adrenalina y cosas que son imposibles de conseguir en un ensayo o una grabación. Cambia todo".

Matías castro

-¿Por qué no se dio esto de tocar en el exterior en tus primeras décadas de trabajo?

-Para nada. Yo no salí de Uruguay hasta hace muy poquito. Pasé veinte años acá, con relativo relieve, con gran actividad, pero nunca fui a ningún país. Lo más llamativo es que hasta esa década que decís no fui a Argentina. En mi caso se dio por influjo de Jorge Drexler, que él viendo mi realidad, se propuso como una tarea personal hablar de mí en cada nota y cada encuentro con productores. Me hizo un trabajo como de canciller, o de divulgador, muy generoso de su parte. Eso hizo un click conmigo. A partir de ahí mucha gente empezó a prestar atención a lo que yo hacía. Eso se lo agradezco a él. Y después del lado de allá colegas hicieron temas míos, como Liliana Herrero y también la Bersuit.

-Y en cuanto a los artistas uruguayos de tu generación, ¿por qué no salían al exterior con tanta frecuencia como ahora?

-Yo creo que la respuesta debería ser un poco más general. No lo veo claro. Creo que hay un gran auge del prestigio de la música uruguaya. Pero no sé porqué se da en estos últimos años porque la música uruguaya fue buena desde siempre. Hay una idea, sobre todo en Argentina, de que Uruguay es una fuente de músicos y creo que desde siempre se da que Uruguay es un polo a nivel musical. Para mí eso es real, no es que nos quieran pasar la mano por el lomo. Uruguay es un foco musical muy importante en este momento, lo digo por distintas generaciones y desde Los Olimareños hasta Franny Glass. Tiene que ver con cómo se han profesionalizado los jóvenes, a caballo también de las nuevas tendencias de producción y de intentar poner un poco más de cabeza empresarial. Los que estamos acá no somos tan conscientes pero hay mucha calidad instrumental, letrística y hay propuestas. Si pasás al terreno de la canción cada solista es un género en sí mismo. Acá todo el mundo es bastante original. Creo que en la originalidad está el valor de lo nuestro. Y es lo que se ve desde Argentina. Todos somos cada uno, y es algo que sucede desde siempre. En mi generación vos veías a Leo Maslíah, a Jaime Roos, a Lazaroff, a Rubén Olivera, a Larbanois Carrero, Galemire, Darnauchans… nadie se parece a nadie.

-¿Qué es lo que ha marcado que se desarrollen los compositores de esta forma?

-Creo que la pequeñez y que en este mercado no haya expectativas de enriquecimiento ni de glamour hace que el que se dedique a cualquier disciplina artística sepa de primera que no va a tener una limusina con vidrios negros, cuatro patovicas y una bruta quinta. Eso no existe. Esa certeza de que toda la vida vas a estar remando, te lleva a una gran libertad. Y uno dice ya que no voy a ser rico voy a hacer lo que se me dé la gana. Acá no tenés qué cuidar, no tenés nada que perder.

-No hay especulación.

-Claro, esa pobreza te lleva a no especular y a ser muy libres. Por ahí en caso de artistas que de primera les va muy bien y venden mucho, a la hora de hacer nuevos discos piensan dos veces la experimentación. Creo que hay ahí una posible explicación de la originalidad uruguaya. Somos chiquitos y comprendemos intuitivamente que la única forma de levantar la cabeza y hacerte ver es ser bueno y novedoso.

-Volviendo al tema del comienzo, con un panorama así, en tu primera década de laburo, ¿te planteaste salir al exterior?

-Tuve una actitud más bien de espera y no tanto de ataque. Es una cosa de personalidad. Soy más bien introvertido, no me gusta pasar tarjeta. Y las cosas ya ves que se dieron y con una ventaja: la gente que me conoce ahora no encuentra un muchacho que recién empieza sino que se encuentra de golpe con una persona con un capital bastante mayor, con muchos discos, colaboraciones y trescientas canciones escritas. Eso genera una sorpresa mucho mayor.

-Te pasa después de tres décadas de carrera.

-¿Qué mejor que te sigan pasando cosas interesantes a una edad avanzada, cuando la vida marca lo contrario? A mí me siguen pasando cosas que me sorprenden y me sacan de mi trillo habitual. Este año fui por primera vez a San Pablo, Brasilia y La Habana. Creo que es fruto de esa paciencia, de no haber sido ambicioso. Me gusta que las frutas caigan del árbol solas, no lo voy a sacudir antes.

-¿Pensás que estas experiencias de vida y sorpresas se puedan reflejar en tus futuras composiciones?

-El proceso de las canciones es muy extraño y muy lento. Nunca sé lo que voy a escribir. A veces puedo ponerme a hacer una letra sobre algo que me pasó veinticinco años antes. No voy a descubrir nada, pero yo escribo mucho a raíz del shock que me provoca una emoción, mía o de otro. Esa cosa tan difícil de explicar encontré la forma de expresarla en una poesía o en una letrita. No sé si estas experiencias salgan algún día en una letra. Últimamente en las letras se me cruzan distintos temas, las canciones van derivando.

-En este proceso de composición ¿cuánto pesa la parte racional y tu bagaje intelectual?

-Pesa porque la razón y la intuición forman un equipo. Todo eso conforma el oficio. Está lo intuitivo, cuando te viene la epifanía. Eso puede ser muy cortito, un título o una frase. Luego entra lo otro, donde el trabajo es un poco más racional, que puede llevar meses. Guardo las cosas en una carpeta, los dejo meses y luego los abro y los vuelvo a tocar.

-Un librero decía que el arte es 1% de inspiración y 99% de transpiración.

-El porcentaje lo pone cada uno. Pero la mayoría es de trabajo, de transpiración. También hay gente que dice que para que te aparezca la inspiración hay que estar bien entrenado, el terreno tiene que estar abonado.
Un reencuentro con Onetti y Pablo Dotta

Esta semana se edita en DVD el documental Nunca leí a Onetti, dirigida por Pablo Dotta, realizador uruguayo conocido por su largo El Dirigible. Las tres experiencias de Cabrera a la hora de componer música para el medio audiovisual fueron con él. Este documental, en particular, implicó un reencuentro con Dotta y con el escritor. Dotta y Cabrera se encontraron en La Habana, donde el director da clases en la escuela de San Antonio de los Baños y le propuso trabajar en el film. El músico compuso una canción pensada específicamente para este objetivo y, a lo largo de la película, se va mostrando todo su proceso de construcción. "La canción no habla específicamente de Onetti, pero creo que toca temas y pasa por lugares cercanos a la forma de escribir de Onetti" explicaba. "Su tesis es que si hay gente que considera que el viaje y el moverse es la única forma de conseguir una experiencia también hay gente que vive y aprende al quedarse sentado debajo de un ombú. La cautela también significa coraje, según las circunstancias en las que estés. Esa es la idea central de la canción". Y, después de todo, no es algo muy distinto a la filosofía paciente con la que Cabrera encaró su carrera.

El Pais digital.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cabrera por Cabrera: felicidad en clave triste

El cantautor se presenta en La Trastienda viernes y sábado, presenta un disco nuevo, reedita El tiempo está después y lanza un libro de poesía el año que viene.

Fernando Cabrera camina por la calle Juan Carlos Gómez con las manos metidas en los bolsillos de su saco, la cabeza levemente hacia abajo para cubrirse de la tarde fría, su cuello endurecido por un pañuelo que hace de bufanda. No mira la Plaza Matriz, no mira la fuente, ni el Cabildo, ni la iglesia; quizás porque tiene la Ciudad Vieja demasiado grabada en su memoria para volver a recurrir a la experiencia.

Un poco más tarde, sentado frente a una taza de té humeante en una mesa del fondo de La Pasiva de la Matriz, reconocerá que ha ido metiéndose “tras la muralla”, en un derrotero que lo vio nacer hace 55 años en el Prado, y se fue mudando al Cordón, luego al Centro y finalmente al apartamento donde vive hoy. Investigando y leyendo “en libros de historia y de Aníbal Barrios Pintos”, descubrió que la manzana en la que está su edificio fue la primera que repartió Pedro Millán a los primeros vecinos de Montevideo.

Y se siente orgulloso por eso.

A Cabrera le obsesiona el pasado, pero es el presente el que lo trae de nuevo a escena, y un futuro cercano, el que trae novedades. El cantante acaba de regresar de una gira por Chile, la semana pasada, donde tocó por primera vez.

El próximo viernes y sábado toca en La Trastienda, con entradas agotadas y, para el año que viene, piensa editar un nuevo disco, un libro de letras y poemas, y un concierto en dvd, que saldrá al mismo tiempo en Uruguay y Argentina.

En La Trastienda ejecutará los temas de su último trabajo, Canciones propias (una hermosa serie de covers de temas de folclore y canto popular uruguayo), y además promete la sorpresa de tres canciones nuevas –que seguramente integrarán el próximo disco–, más “algún tema viejo que nunca he tocado en vivo”, lo que genera mayor expectativa todavía.

Entre sorbo y sorbo de té (una bebida que rara vez toma, según confesó), Cabrera conversó con El Observador sobre temas tan diversos como las luchas con internet, el placer de poder trabajar de lo que le gusta, del otoño y la primavera, de sus viajes a Valizas a componer o sobre la unidad cultural del Río de la Plata, de donde se siente un representante. Por ahí fue la primera pregunta.

Hace menos de un mes, tocando en Rosario, dijo que se sentía “muy argentino”. ¿Cómo es que alguien muy montevideano se anima a decir eso?

Es que hay una unidad cultural que abarca la provincia de Buenos Aires, todo el litoral argentino, parte de la provincia de Santa Fe hasta el sur de Río Grande, que toca elementos de las costumbres, de la forma de hablar, de la música. Hay grande estudios de musicología que han estudiado estos fenómenos. Cuando digo que soy “argentino” es porque desde siempre, desde la época de nuestros abuelos, teníamos un intercambio con la otra orilla muy fluido, muy fuerte. Siempre supimos sobre los artistas, los deportistas, los cantantes del otro lado. Pero bueno, me corrijo: lo de la otra orilla también es nuestro, de alguna forma. Como lo nuestro es de ellos. Es una interacción permanente. Me defino como un músico del Río de la Plata y estoy alimentado por esa matriz.

¿Cómo un artista que se define rioplatense se toma un té a las cinco de la tarde?
(Risas.) Y, porque estoy tomando mate desde las ocho de la mañana.

Más allá del chiste, ¿qué significa lo inglés en tu música?
La cultura anglosajona la tenemos presente permanentemente. El mundo anglosajón, que es muy diverso, tiene mil géneros y ha producido obras maravillosas. Los Beatles... Es la música “imperante”. Yo la he curtido siempre, he bebido de ella. Me nutro todo el tiempo de esa música. La música de Estados Unidos para mí es increíble.

¿Le interesaría ir a Estados Unidos?
Sí, porque nunca fui. Nueva Orleans, Nashville, Memphis, Chicago: todas ciudades que tienen mucho que ver con la música.

¿Le gusta viajar?
Ese es el tema: me cansa viajar. Ya he viajado mucho. Hoy lo encuentro agotador. Los hoteles, las reuniones, las cenas tarde. Los compromisos. Todo eso me exprime.

¿Lo conocían en Chile?
Sí. Lo mismo me pasó en La Habana, donde estuve hace unos meses. Internet hace que hoy los artistas tengan esa ventaja, y también tiene su lado negativo.

¿Por qué?
Porque cuando a uno lo filman, o lo graban y le captan la cara, los gestos, las palabras, sin la autorización, es algo que no puede ser. Creo que es un rasgo de mala educación.

¿No cree que puede ser una forma de que más personas se enteren de sus giras y de sus espectáculos?
Sin dudas. Pero si alguien quiere grabar algo, lo graba y lo ve solo en su casa. Lo disfruta para sí. ¿Por qué la necesidad de subirlo a la red y compatirlo? Así se dejan de vender discos. En mí caso, antes de grabar una canción me gusta tocarla en público, testearla, si se puede decirlo así. Ahora cuando hago eso, a las horas está colgada en internet. Ya se pierde la novedad. El que crea que contribuye y le gusta lo que hago, que no me boicoteé mi próximo disco. Aunque sé que no va a pasar eso, porque estamos en una época –que tampoco comprendo mucho–de completa desnudez de la interioridad, donde se acabó el pudor. El Twitter es eso.

¿Tiene Twitter?
¡No! Mirá si yo voy a andar escribiéndole al mundo la pavada que acabo de hacer dos minutos antes. ¿A quién le importa? Eso responde a una conducta de la humanidad. Todo se cuenta, todo se dice, todo sale a luz, nada se guarda para uno. Como todo el mundo actúa así, también actúa de esa forma con los demás. Ya nadie se lo pregunta siquiera. “Che, ¿a Fernando le molestará esto?” Ya está. Me jodo.

¿Escucha música que se hace hoy?
No. Estoy desenchufado. No por falta de interés, sino por falta de tiempo o de ganas, o voluntad de escuchar. No porque no crea que tengo que estar al día, algo que me parece una regla básica de todo ser humano. No estoy escuchando música de hoy, estoy escuchando música antigua. Es mucho más lo que hay para escuchar en el pasado que en el presente. Cubro lagunas de información que tengo y que me interesa llenar, sobre todo de música criolla. Trato de escuchar todo lo que se ha hecho en el Río de la Plata, tanto sea folclorístico como tango. Tengo mucho material mío, y además escucho Clarín, que es un reservorio bastante amplio...

Y volvemos a ese espacio común, rioplatense...
Claro, seguimos girando.

¿Se siente una especie de “penúltimo” representante de aquellos viejos musiqueros que tocaban por el interior y cruzaban a las provincias argentinas?
De hecho, ¡lo estoy haciendo! Sí, me muevo en el área. Trabajo acá en la zona, no me gusta moverme mucho. Me molesta la parte social. Yo soy un tipo muy introvertido, no disfruto de la algarabía. Cuando vas de viaje, y para colmo sos el centro de la cosa, hay una sobrecarga de agasajos que me cansa mucho. Soy muy casero, vivo mucho en mi casa.

Pero en muchas de sus canciones hay un sentido de viaje, quizás en sentido
metafórico.
Es cierto. Muchas de mis canciones remiten a viajes. Pero, es el viaje físico el que me molesta. Si me decís ahora: “Conseguí dos pasajes para ir a... (piensa) a Florencia”. Ni loco. Ojo, no lo digo por la negativa. Me gusta estar acá. En mi país, en mi ciudad. Viajes, quiera o no quiera, tengo siempre y tendré, porque así lo determina mi profesión.

¿No es el artista que necesite salir del país para sobrevivir?
No, para nada. Comprendo que haya gente que la esté pasando mal y está en todo su derecho de decir que hay que irse a otro lado. Por algo tuvimos esa enorme sangría, esa tasa de emigración tan alta. Uruguay ha sido un gran expulsador de gente, es cierto.
A mí no me pasa y es un privilegio del cual disfruto, poder vivir de lo que me gusta hacer. Esta misma sociedad es la que me ha dado esta felicidad. Tengo que estar agradecido.

Cabrera dice que viviría siempre en medias estaciones. Ni el invierno ni el verano son de su máximo agrado. “En verano, me pongo a la sombra”, dice con una simpleza casi rural. Cuenta que tuvo que ir a Cabo Polonio dos veranos atrás y no podía creer lo inhóspito del lugar. Pero, tampoco se considera un bicho urbano. Habla de su relación con el campo, con las anécdotas de la niñez, de su experiencia como scout. “Pero, hoy no soy tan así. Hoy quiero el refugio. Para mí el concepto de casa es el de refugio, el lugar donde uno se desprende del resto del mundo”, dice el músico.

Y el diálogo vuelve al lugarteniente de Zabala, a Pedro Millán, a la fundación de la ciudad y a la felicidad en forma de sonrisa en la cara de Fernando Cabrera.

el observador.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Fernando Cabrera en LA TRASTIENDA

FERNANDO CABRERA



FERNANDO CABRERA

viernes 09 de setiembre - ENTRADAS AGOTADAS
sábado 10 de setiembre - ENTRADAS EN VENTA

LA TRASTIENDA CLUB MVD. - 21 hrs.