jueves, 28 de noviembre de 2013

SIN CASETE: FERNANDO CABRERA- Méritos y merecimientos

"Cuando alguien pone un disco mío en una reunión me pongo muy nervioso y pido que lo saquen". Fernando Cabrera habla sobre su fama de mal cantante, su éxito en Argentina y su relación con el rock en una nueva entrega de Sin Casete. Por Andrés Torrón.

Fotos: Juan Manuel López
La primera vez que hablé con Fernando Cabrera fue a inicios de la década de 1990 en un taller de composición dirigido por Coriún Aharonián, donde fue un día como invitado. Debe haber sido un momento muy incómodo para él ya que uno a uno los seis alumnos del taller le confesamos nuestra admiración y la importancia de su influencia. En aquel momento Cabrera ya era un artista de culto con una importante discografía encima, disfrutada por una minoría de iniciados.
Veinte años después esa minoría creció exponencialmente y su obra se ha convertido en una referencia para miles de personas en el Río de la Plata y un poco más allá. Viva la Patria, su doceavo disco solista, editado este año, reafirma el camino de un artista cada vez más personal y único, pero, por suerte, cada vez más reconocido.

Más de una vez a lo largo de los años hablamos de la dificultad que tenía la música uruguaya en general y la tuya en particular de salir al exterior. Hoy tocás más en Argentina que en Uruguay y tu música es citada como una influencia por muchos artistas argentinos. ¿Cómo fue que se rompió esa barrera?

Como te imaginarás es una pregunta que me he hecho muchas veces. Esto empezó a pasar de forma muy gradual hace unos ocho años. Las razones para mí son varias, fue una sumatoria de cosas. Parte de ellas es que artistas como Jorge Drexler, Liliana Herrero, Bersuit Vergarabat o Kevin Johansen, empezaron a hablar elogiosamente de mí y a cantar mis canciones.
El primero de todos fue Jorge, que se tomó como una cruzada recomendar mi música a periodistas, productores o artistas.

También hicieron lo mismo periodistas como Humphrey Inzillo o Claudio Kleiman, entre muchos otros, en medios de mucha visibilidad como la revista Rolling Stone.�Hubo además un lento goteo de boca a boca. Argentinos que venían a veranear acá o tienen parientes que se llevaron discos míos y los compartieron a lo largo de estos treinta años.
El otro elemento es internet. Yo voy a Bariloche, al Chaco, a La Plata, a Neuquén, a Rosario y me encuentro con una cantidad de público que se sabe todas mis canciones. Eso era algo imposible antes. De repente voy a un pueblo del interior de Santa Fe y un periodista me hace preguntas sobre toda mi trayectoria como me las podrías hacer vos. Saben todo sobre mí. Y eso es gracias a internet.
Agreguemos otro factor que no me incumbe solo a mí: el gran nivel de aceptación y admiración que despierta la música uruguaya en Argentina. Y en verdad no solo la música. En Argentina se tiene una valoración altísima de Uruguay, desde su literatura a sus políticos, pasando por nuestro modo de ser. Nos adoran, algo que nosotros no siempre correspondemos. En Argentina hay 300 mil compatriotas nuestros trabajando, y además ellos son el motor de nuestra industria turística. Deberíamos ser más agradecidos.

Al final la particularidad de la música uruguaya que en un momento parecía una tranca para su difusión, terminó siendo una virtud, su mejor carta de presentación...
Tal cual. Es parecido al fenómeno de una marca chica, cuyo principal marketing es la pequeñez, la exclusividad y la calidad que tiene. Costó mucho que esto pasara. Quizás antes el gusto y el consumo del público argentino estaban dirigidos al mainstream, a lo que venía de la industria. Se ve que algo se modificó en ese consumo, lo que es también una tendencia mundial. A través de internet también, hay más acceso a enterarse de muchas cosas. Antes te enterabas solo de lo que se pasaba por la radio, salvo que fueras muy curioso. Y lo uruguayo que antes era algo raro e inaccesible, ahora está en la vidriera junto a todo lo demás.

Siempre fuiste un artista de culto, casi desde el comienzo de tu carrera tuviste un grupo de seguidores que admiró tu música y artistas que te nombraban como principal influencia. ¿Te parece que esa relación es igual ahora solo que trasladada a más gente, o sos un artista más popular?
Un poquito de las dos cosas. El público que vos llamás "de culto" aumentó, por lo que hablábamos de internet y el boca a boca. Y también me he vuelto un poquito más popular, por fenómenos que tiene que ver con los medios y la difusión. La televisión sobre todo. Yo lo noto en la calle, es un medidor muy poco científico, pero real. Ha aumentado la gente que me saluda o me para en la calle con respecto a lo que pasaba hace diez o veinte años. En una muy modesta escala, no en un plan Arjona, noto que soy un poquito más popular.

¿No has reflexionado sobre el hecho de que esto debería haber pasado antes? Quizás sea una impresión mía, pero potencialmente tus discos de la década del 80, como Autoblues o Buzos Azules, más volcados al pop, eran más accesibles que los discos que estás haciendo ahora.
Pero se ve que no era ese mi camino. Y yo siempre tomé aquel momento como una etapa de aprendizaje. Yo necesitaba aprender algo que no se podía estudiar en ninguna escuela o conservatorio: poner en el escenario y en los discos un sonido más roquero. El que no nació en la cultura del rock, como yo, no puede aprender eso de un día para el otro. Yo consideraba que le hacía bien a mi proyecto musical adquirir algunos elementos del lenguaje musical imperante en el mundo, que es el rock y el pop. Y esos elementos son varios y tienen que ver con lo tímbrico, con lo arreglístico, con lo rítmico. El rock universaliza, es una lengua común y aprender ese lenguaje me ayudaba a no estar por fuera de lo que las orejas de la gente más o menos está acostumbrada a escuchar. Después de aprender ese lenguaje, volví a mi idea de lo que es mi música, en El Tiempo Está Después, Fines, etcétera. Ahí y hasta en este último disco, Viva la Patria, uso elementos del rock ya con otra certeza. Yo no hago rock, utilizo elementos de ese género que me encanta. Creo que lo que ha pasado a nivel de público es que la gente valora lo original de mi música. Este último disco es prueba de esto, más mío que eso no hay.

También te has liberado del formato canción. Hay temas tuyos en estos últimos discos que ya no se puede decir que son canciones...
No sé contestarte, pero me gusta que me digas eso, porque confirmás una actitud mía de siempre, de experimentación. La canción como más se la conoce o difunde pareciera que tiene reglas o límites. Pero no tiene por qué tenerlas. Mi cuna es la canción, pero también es "Tomorrow Never Knows" de los Beatles, cerrando el disco Revolver. Yo tenía nueve años cuando salió ese disco, que me formateó. O el disco de Los Olimareños y Ruben Lena Todos Detrás de Momo, que salió en Uruguay en 1971.
Ahí no hay canciones, es un misterio de forma y estructura, que rompe la canción tradicional a patadas. En mí está presente eso, como también Jobim o Piazzolla haciendo extraños experimentos formales. Y también en el mundo pop de hoy hay ejemplos de romper esos límites. En la música de Beck, Radiohead o Bj�rk, por ejemplo, está lleno de experimentos que trascienden el formato de canción tradicional.

¿Sos de escuchar tus propios discos?
Pocas veces, una vez cada tantos años. Cuando alguien pone un disco mío en una reunión me pongo muy nervioso y pido que lo saquen. Pero a veces los escucho. Y me pasa ahora, más que antes, que encuentro algo de agrado en hacerlo. Antes siempre encontraba los defectos, me ponían de mal humor ciertos detalles. Ahora me quedo con una tranquila satisfacción.
¿Y siempre sentís que tu último disco es el mejor que hiciste, o no necesariamente?
Antes sí, pero ahora no sé, porque estoy valorando un poco más las cosas que hice en el pasado. Entonces pienso: "¿estará este disco a la altura de aquél?" Siempre me esfuerzo por tratar de mantener el nivel pero no creo estar libre de altibajos. De todos modos mi último disco me gusta mucho y también el anterior (Canciones Propias) que no son composiciones mías. Me gusta el concepto arreglístico y -si me permitís la inmodestia- me gusta cómo está cantado. A mí, una persona que he arrastrado toda mi vida una fama de que canto mal, me gusta cómo canté en ese disco. Y hace poco escuché Viveza y me gustó. Me gusta El Tiempo Está Después, pese a que tiene tantos años. Y me gusta el primero, El Viento en la Cara, pese a sus mil defectos de producción. Pero tiene la impronta de lo que yo soy. Ahí ya están todas las barajas que usé a lo largo de mi carrera. Y también me gusta muchísimo el disco de Montresvideo, que antes no me gustaba nada. Me asombra pensar que yo tenía 20 años ahí, y el material más allá de sus virtudes o defectos es muy original. Me llena de orgullo eso.

Es que esa época de la música uruguaya es increíble desde el punto de vista creativo...
Increíble sí. Hace poco leí el libro de Guilherme de Alencar Pinto sobre Los Que Iban Cantando y el hace muy bien en recalcar eso. Fue una época de una enorme libertad creativa. Yo estudiaba en la Escuela Universitaria de Música. Estudiaba composición y orquestación. Ahí conocí a un montón de gente que fue una enorme influencia para mí. Entre ellos a Jorge Lazaroff. Yo ya hacia canciones, pero nunca se me había cruzado por la cabeza dedicarme a ser cantautor. Mi idea era ser arreglador, un oficio que hoy casi no existe. Antes los sellos, las radios y los canales de televisión tenían sus orquestas y una persona encargada de los arreglos. Yo me imaginaba teniendo ese oficio. Hasta que un día estaba en una hora libre junto a Lazaroff, con una guitarra en la mano y me puse a cantar "Paso Molino" y "Vidalita fea" que eran las canciones que ya había hecho. Y él me impulsó a seguir haciendo canciones. Me llevó a los ensayos de los que iba a ser el primer espectáculo de Los Que Iban Cantando. La manija que me dio Lazaroff en lo artístico y también en lo social, con la idea militante que tenía él de la canción, fue algo fundamental en mi vida. Al margen de sus infinitas virtudes musicales, Lazaroff era un agitador. El me convenció de dedicarme a la canción. Yo tenía un amigo en el coro donde cantaba, Pacho Martínez, y con él y su hermana Marta fundamos Montresvideo. Al poco tiempo Marta dejó el trío y se integró Roberto Lieske. Luego vino Daniel Magnone y junto a él y Pacho hicimos el trío definitivo.
Aparte de Lazaroff siempre has nombrado a Eduardo Mateo, Jorge Galemire y Eduardo Darnauchans como fuentes de inspiración...
Sí, a los cuatro. No porque yo haya tomado ideas de ellos, aunque algo también, sino más bien como impulsores anímicos. Todos ellos me apoyaron, me dieron ánimo, y para mí que era una persona de muy baja autoestima eso fue fundamental.

Lo que te quería decir es que ese mismo papel lo has jugado vos con colegas más jóvenes. Quizás no en forma personal pero si a través de tu música, como una fuente de inspiración ¿Sos consciente de eso?
Yo no lo veo tanto, pero mucha gente me lo dice. Son artistas muy distintos además y de diferentes generaciones, que me escuchaban y que parece les sirvió de algo. Me asombra, y me alegra mucho. Lo que creo es que siempre hice una música pasible de ser disfrutada por públicos muy diferentes.

Montevideo Portal




viernes, 15 de noviembre de 2013

El tigre de la luna

Eduardo Darnauchans. Estabas en la cama, una cama doble, ocupando con libros que ocupaban el sitio de otro ser. En la cama con la gabardina gris de un tiempo sin moda. Qué sentido tiene vestirse con los uniformes de cualquier hoy, de cualquier presente que vaya llegando? Un gris largo Batlle y Ordóñez sitio en  en tu espalda pálida. Vos estabas disfrutando una gripe ni leve ni grave recibiendo a este amigo y visitado por una verdadera e ingenua, tal vez pajuerana, muchacha, que quería estudiar o saber literatura. Quién sabe qué haría ella después con ese bautizo bajo el brazo.
Eduardo Darnauchans maleaba en este modesto aprendiz de principiante los mismos trucos infalibles de hace ocho años cuando me iniciabas con cartas-postales, incluso perdidas- en esta alquimia (perdón) feliz de fabricar canciones, de zurcir. Ahora es miércoles, telón negro, caras conocidas, bellas caras que te han acompañado todos estos años, caras que a veces pasan largos meses estiradas, haciendo muecas, agrietándose en los costados de los ojos. La luna de algunas veces tiene surcos, cosechas, tiene escuela de oficios en donde tú diriges los cursos con regla sabia. No me importan ni alimentan tus sudores Eduardo Darnauchans, Igual que tu padre obsequiando alivios. En este momento soy testigo de tu hechizo y se me ocurre que tu público es el mismo que el de algún hipnotizador porteño. Yo me quedo con tu vida, tu indiferencia ante tu vida, tu dejarte ir ante tanto Uruguay. Ahora es miércoles y yo escucho y veo una supuesta actuación tuya en el teatro. Un teatro embellecido por la presencia de una mujer llamada Nancy. Querido demiurgo: tuyo yo también medio urgo en el infinito. Una común amiga solicitó estas lineas. Obedezco. Darno, no importa que haigan Uruguayos: estás vos y esas caras bellas que te siguen.
Fernando Cabrera
1989

lunes, 4 de noviembre de 2013

En territorio DE CANCIONES





Neuquén > A los 13 años escribió su primera canción y ya no se detuvo. Hoy Fernando Cabrera ya tiene tres décadas de trayectoria a cuestas, ha grabado infinidad de discos y ha compuesto más de doscientas canciones. Intérpretes como Liliana Herrero y Juan Carlos Baglietto han versionado algunas de su obras. Así y todo, su nombre puede significar desconocido  para muchos, aunque algunos integrantes de los medios y críticos consideran actualmente al músico uruguayo como  uno de los cantautores fundamentales en lengua española.
De gira por el país, Cabrera recalará hoy a las 21 en Casino Magic, para recorrer su extensa  obra y mostrar lo último, “Intro”, DVD-libro que incluye canciones conmovedoras y arraigadas al sentido profundo de la música popular.
Para el cantautor nacido en Montevideo, más precisamente en el barrio de Paso Molino, su reciente obra "no trata de algo en concreto" sino de muchísimas cosas. "Cada texto es un mundo en sí mismo", soltó el uruguayo.
En este tiempo en el que muchos artistas le rinden homanaje a Luis Alberto Spinetta, Cabrera también se suma al tributo, ya que Almendra lo marcó a fuego. "Escuché su primer disco en 1969. Creo que está entre los mejores de la historia de la música popular argentina", aseguró Cabrera, quien grabó con el legendario músico uruguayo Eduardo Mateo.
  
Es la primera vez que viene a la ciudad, ¿qué expectativas trae?
Sí, es la primera vez. Últimamente he estado en muchas ciudades por primera vez, pero no logro acostumbrarme. Siempre hay expectativas, dudas con respecto a cómo me recibirán, nervios. Pero el público argentino siempre es demasiado amable conmigo. Ojalá esto se repita.
 
Llega con “Intro”, su último trabajo. ¿Por qué eligió ese nombre?
No trata de algo en concreto sino de muchísimas cosas. Cada texto es un mundo en sí mismo. El nombre forma parte de la jerga musical, es un diminutivo de introducción.
 
Hay una apuesta a hacer un producto artístico integral. Desde el diseño de arte, que ganó el premio Graffiti, hasta los poemas y las canciones, ¿cómo se trabajó cada parte?
El diseño de arte es obra de Maca, colaborador de muchos proyectos discográficos, afiches, entre otros. Es un gran artista plástico uruguayo, además de tipógrafo y editor. También se hizo un DVD que se grabó en los estudios ION por Ariel Hassan, documentalista y músico argentino.
 
Hay un homenaje a Luis Alberto Spinetta, ¿qué significa este músico en su carrera?
Me marcó mucho Almendra cuando escuché su primer disco en 1969. Creo que está entre los mejores discos de la historia de la música popular argentina.
 
El libro "Intro" presenta poemas inéditos hasta ahora. ¿Cómo nacen esos textos? ¿Es la primera vez que publica un libro? ¿Por qué decidió hacerlo?
Son textos que al hacerlos me iba dando cuenta de que no serían canción, que no reunían las condiciones necesarias. Pero me gustaban, me expresaban y quise compartirlos con el público.
 
Contó, en reiteradas ocasiones, que empieza su camino en la música estudiando con una profesora argentina ¿Cuáles fueron los referentes musicales con los que construyó la base de su estilo?
Las primeras canciones que esta profesora me enseñó eran de Yupanqui, Linares Cardozo, Sampayo, los Hermanos Ábalos, Zitarrosa. Yo luego agregué a Los Beatles, Rada, Jobim, etc.
 
Colaboró con grandes mitos de la canción rioplatense como Eduardo Mateo y Eduardo Darnauchans. ¿Qué aprendizajes cree que le dejaron?
Imposible contestar en un breve espacio; daría para un ensayo. Ambos eran muy diferentes y tuvieron conmigo una actitud muy generosa y didáctica. Pero el afecto y el cariño primaron sobre las influencias, que de todos modos fueron muchas.
 
Ya son 35 años de trayectoria junto a la música. ¿Puede contarnos algún acontecimiento que marcó a fuego su carrera?
Lo más determinante fue que mi madre decidió enviarme a tomar clases de guitarra a los 6 años sin que yo lo hubiera pedido ni sugerido.
 
¿Cuáles son las satisfacciones que le da la música?
Son satisfacciones profundísimas de orden espiritual y emocional. Y para mejor son frecuentes.
 
La dictadura empezó casi al mismo tiempo que su proceso creativo, y alguna vez sostuvo: “Nunca rebajé mi forma de escribir por razones de censura”. ¿Cómo se vinculan la política y la canción (si es que lo hacen)? ¿Cuál es la misión de la canción en cuanto a la realidad (si considera que tiene alguna)?
La canción y la política se vinculan, igual que tantas otras actividades humanas, por el simple hecho de que ambas provienen de los hombres. Nacen de la misma fuente, del mismo impulso: interactuar. La canción forma parte de la realidad, no tiene una misión.
 
¿Cómo vive el acto de componer? ¿A qué edad comenzó a hacerlo?
Componer es hermosísimo. Me deja con la sensación del deber cumplido, me deja saciado por un breve lapso. Hasta que considero que ya hace mucho que no hago algo nuevo y me angustio, me vuelvo a sentir en falta. Por supuesto que esto es personal no considero que nadie necesite de mis canciones o que hagan falta para los demás.
 
Llevó adelante una carrera que es ejemplo de ser consecuente con lo que se canta, y nunca elegir el camino más sencillo. ¿Cómo concibe su trabajo?
No tengo reflexión sobre mi trabajo. Me sale, como respirar o caminar. Si no fuera algo público, igual lo haría para mí o para mis allegados. Por suerte y sin quererlo, se hizo público y hoy también constituye mi fuente laboral.
 
¿Cuáles son sus proyectos a futuro?
Nunca concibo proyectos porque tengo la suerte de que me lleguen muchos, entonces cuando estoy terminando uno ya sé que hay otro esperándome. Pido disculpas por esta felicidad que no es jactancia. (L.V)