sábado, 8 de diciembre de 2012

FERNANDO CABRERA: “LAS CANCIONES ME ESTÁN EMPUJANDO”

Algunas definiciones no alcanzan. La canción, por ejemplo, no es sólo letra y música: es la sinergia intraducible que se produce entre esos dos elementos. Fernando Cabrera, el gran compositor e intérprete uruguayo, lo sabe mejor que nadie. Hablamos del discípulo de artistas como Eduardo Mateo y Darnauchans que, después de tres décadas construyendo una obra notable sobre la otra orilla, comenzó a resonar como una clave para iniciados en el universo de los cancionistas argentinos.
Sin embargo en una de las mitades de Intro, su flamante lanzamiento, Cabrera elige prescindir de la música. Se trata de un exquisito libro de poemas que Acqua Records editó en nuestro país acompañado por un DVD: el registro del concierto que brindó en los legendarios estudios ION para un puñado de afortunados. Allí, rodeado del cabrerismo más profundo, el artista despliega un decantado de su repertorio y dos versiones muy significativas. Por un lado, un guiño a Mateo con “El tungue le”, acompañado por Kevin Johansen. Luego, hacia el final, una deconstrucción minuciosa de “Muchacha (ojos de papel)”. Un cierre de lujo para Intro, el trabajo que Cabrera se encuentra presentando en el Café Vinilo durante cinco noches consecutivas: 5, 6, 7, 8 y 9 de diciembre.

La tapa de Intro.
La tapa de Intro.

-Tanto desde el formato como desde su contenido, Intro es un hito en tu camino como artista. ¿Qué significa para vos?
-Intro es algo muy especial y extraño en mi trabajo porque significa presentar juntos dos proyectos muy significativos, que tal vez hubiera sacado por separado y con un tiempo de distancia. Pero las cosas se dieron así y ahora lo veo como algo muy contundente. Quien lo tenga va a tener mucho de mí, muchas facetas. Textos que nunca di a conocer y que no son textos de canción sino otro trabajo, otra perspectiva de mi forma de escribir y comunicarme. Y el DVD también es algo novedoso ya que por primera vez grabo despojado de arreglos y orquestaciones, sólo con la guitarra. Esto es algo que mis seguidores venían reclamándome desde hace muchos años.
-¿Te costó exponer la faceta –estrictamente- poética de tu trabajo?
-No, no fue costoso porque estoy acostumbrado a la exposición desde siempre, desde niño. Siempre hay, de todos modos, inseguridades o dudas antes de editar, permanentes correcciones de último momento y nervios. Pero una vez que fue a la imprenta "a llorar to the little room"
-En el terreno de la palabra, ¿qué artistas pueden funcionar como tus referentes? 
-Primero todos los autores de canciones que conocí desde mi infancia, argentinos, uruguayos, brasileros. Luego, más adelante, comencé a leer poesía. Lo primero fue José Hernández y lo segundo el uruguayo Serafín J. García. De ahí en más traté de leer todo lo que pude de la poesía de todas partes: española, brasilera, argentina, etc.
-Intro también incluye el registro de un concierto en los estudios ION. Esos estudios, ¿tenían un lugar especial en tu imaginario? ¿Cómo viviste la grabación? 
-Desde siempre veía esa sigla en infinidad de discos que iba adquiriendo o me prestaban. Cuando entré por primera vez y atravesé sus pasillos repletos de las fotos enmarcadas de todos los músicos que allí habían grabado en las últimas cinco décadas sentí una electricidad que me recorrió el espinazo.
-En aquel concierto como -seguramente- en este ciclo en Vinilo, hacés un decantado de tu repertorio. ¿Qué parte de tu obra privilegias?
-Trato de evitar últimamente las canciones más negras o depresivas -que tengo algunas- y privilegiar las positivas o las que dejan algo armonioso en el oyente. De todos modos, aquel que prefiera las oscuras las puede encontrar buscando en mis discos.
-Por lo que pudo escucharse últimamente, tenés varias canciones nuevas. ¿Qué dirección intuís para un próximo disco?
-El nuevo disco, que saldrá avanzado el 2013, no tiene una dirección ya que cada canción es un mundo particular. Tienen ambientes diferentes. Son 16 y están muy avanzadas ya que por ansiedad comencé a grabarlas mucho antes de lo lógico. Pero es que mi último disco, que tiene dos o tres años, tenía canciones ajenas por primera vez en mi vida, versiones. O sea que hace años que no edito material propio y las canciones me están empujando.

Un día como hoy, pero de 1956, nacía Fernando Cabrera.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Fernando Cabrera: Un camino sin desvíos

 
“No siento que haya elegido ser músico; fue más destino que profesión”, dice Fernando Cabrera, compositor y guitarrista uruguayo que se ha erigido en los últimos años en uno de los referentes de la música rioplatense y que comenzará esta noche y hasta el domingo, siempre a las 21, un ciclo de presentaciones en Vinilo Café, Gorriti 3780, para presentar su libro de poemas Intro , acompañado por un DVD.
“Mi carrera comenzó a los seis años cuando estudiaba guitarra con una profesora de mi cuadra. Un día vino mi madre con un paquete donde había una guitarra, un cuaderno de hojas pentagramadas y un libro de teoría y solfeo, y me dijo que empezaba a estudiar música”, cuenta Cabrera telefónicamente.
Cabrera, nacido en Paso Molino, Montevideo, rememora aquellos años: “¿Quién se iba a oponer a una decisión de su madre?Así que empecé a estudiar y tocar algunas melodías, pero lo verdadero de todo esos años fue que esa profesora me permitió tomarle el gusto a la canción: fue decisivo”, señala este músico, con una historia de casi cuarenta años de escenario y diecisiete discos.
A los 13 años escribió su primera canción y ya no se detuvo. “Cuando comencé fue a raíz de alguna mujercita: escribí unas líneas y después llegó la música”, se ríe. Sus primeros grupos fueron MonTRESvideo y Baldío hasta que, en 1984, inició su carrera como solista. Cabrera habla de lo que era Montevideo en los sesenta. “Había mucha música, mucho arte; el Río de la Plata era un caldero. Artistas que buscaban tener una voz propia: ese entusiasmo era contagioso. En ese mundo crecí”, explicó.
Este artista reúne en su propuesta una musicalidad que se conjuga con sus líricas; su trabajo como letrista se apoya en la fuerza de sus melodías, en sus sonoridades de tonos profundos, intensos, opresivos. Costumbrista en su mirada, este músico que el sábado cumple 56 años, logra una poesía basada en situaciones de vida reseñadas con cierta calidez y una melancolía sin lugares comunes.
Cabrera, que grabó con el legendario músico uruguayo Eduardo Mateo, a mediados de los ochenta, no tiene demasiadas explicaciones para lo que sucede con su música. “Pienso que mi experiencia es un caso al revés: estuve muchos años sin tener ninguna respuesta clara de si mi trabajo gustaba o, al menos, era considerado. Me sentí mucho tiempo ignorado, ninguneado, entonces ahora me siento armado de otra manera como persona y como músico. Quien hoy indague en mi música no va a encontrar un disco y alguna cosa más, va a encontrar mucha música, lo que habla de alguien que hace mucho que está en este camino”, cuenta.
Un camino que hizo sin desvíos y que lo ubican en un lugar de reconocimiento por parte del público. Tras los conciertos de Vinilo lo espera un disco con su grupo en Montevideo que, si bien ya está avanzado, queda música por grabar y así continuar con su propuesta, que tiene más de destino que de profesión.

martes, 30 de octubre de 2012

Cabrera & Hendler: cumbre oriental en el Ateneo



Promediando el concierto que el cantautor uruguayo Fernando Cabrera ofrecía a solas con su guitarra el sábado 27 en el teatro ND/Ateneo de Buenos Aires, se apagaron las luces. Cuando se encendieron, su compatriota Daniel Hendler, que por estos días protagoniza la exitosa tira Graduados, apareció sentado a la mesa ubicada a la derecha del escenario. No hubo ni presentaciones estridentes, ni abrazos de rigor. Cabrera se acercó hasta allí, sin cruzar palabra, se saludaron con apretón de manos y Hendler leyó: "Ellos tenían más fe / en la fuerza de la poesía / creían que a veces un verso, puede nutrir a alguien". Fue el comienzo de un pequeño periplo a dos voces por las poesías de Cabrera que integran Intro, el libro que, acompañado por un DVD filmado en los estudios Ion y dirigido por Ariel Hassan, acaba de editar en la Argentina S-Music. (Cabrera también leyó un poema inédito, "Caravana", en recuerdo de su colega y amigo Marcel Curuchet, tecladista de No Te Va Gustar, quien falleció en un accidente automovilístico el 14 de julio de este año.)
Antes y después de la lectura de poemas, Cabrera repasó, con su habitual maestría, los clásicos que son pilares de su repertorio. Allí pasan "La balada de Astor Piazzolla", "Dulzura distante", "Te abracé en la noche" (dedicada a los hermanos Lito y Liliana Vitale), "Críticas", "Al mismo tiempo", "Viveza" (esta vez, con una cajita de pastillas Tic Tac como acompañamiento, en lugar de la habitual cajita de fósforos), "Lisa se casó", "Yo quería ser como vos", "Diseño de interiores" y, por supuesto, "El tiempo está después".
Y mostró, también, algunas canciones superlativas aún sin grabar: "Buena madera", una preciosa canción dedicada a uno de sus hermanos, de profesión carpintero; la desgarradora "Viva la Patria"; y "Nunca te dije te amo" (o el amor según Cabrera).
Son piezas que confirman, auspiciosamente, que es un repertorio en constante crecimiento. Entre los bises, un medley con el "Tema de Pototo" y "Muchacha ojos de papel", de Luis Alberto Spinetta, deliciosamente revisitados.
Con Liliana Herrero y los templadistas Daniel Drexler y Vitor Ramil siguiendo el show con devoción en la platea, Cabrera -que participó el jueves pasado del histórico concierto sinfónico Hay otra canción- se (re) confirma como un faro imprescindibles para los cancionistas de la región.
Por Humphrey Inzillo

lunes, 29 de octubre de 2012

Fernando Cabrera y Daniel Hendler en ND Ateneo



Laguna Negra.

Paraná y Uruguay
hombres sótanos de azul marrón
Laguna negra
en mi lejano funeral
habrá una foto tuya
esa pequeña explanada
de roca donde dorábamos
donde subíamos
del escalón del agua
hasta el sillón del sol

Rodeará
pajonales de canción mi voz
Laguna negra
el momentáneo desprender
del joven lazo anuncia
una profunda caminata
de quince o setenta años
para iniciarnos
en la mudez del alma
en el saber de adiós
en conservar abrazos
en recurrir valor.

jueves, 25 de octubre de 2012

Fernando Cabrera: "Abusé de cantarle a lo perdido"

El cantautor uruguayo Fernando Cabrera, uno de los mayores exponentes de la canción rioplatense, lanza "Intro", un material que reúne su primer libro de poesía y un DVD con un recital registrado en los históricos Estudios Ion de Buenos Aires.


Con 35 años de trayectoria y un arsenal de bellas e inquietantes canciones a cuestas ("El tiempo está después", "Un par", "Viveza"), Cabrera disfruta en el cenit de su carrera de una popularidad inaudita que le permite desde hace unos pocos años vivir de su oficio.
"En la vida de cualquier ser humano llegar a los 55 años es tenebroso, es cuando podés perder el trabajo y si lo perdés nunca más conseguís otro, y a mí me está pasando todo lo contrario, parece que en este último tiempo se abriera mi campo laboral, es un privilegio que me costó mucha paciencia, con muchos altibajos y tristezas", sostiene Cabrera en charla con Télam.
Antes de dar a conocer oficialmente "Intro", este sábado a las 21 en el ND Ateneo (Paraguay 918), Cabrera define a este trabajo como una suerte de carta de presentación de su obra, ya que condensa lo mejor de su música en un formato íntimo (aquí se lo puede ver solo con su guitarra por primera vez) y a la vez expone su faceta de poeta.
En el marco de la entrevista, el cantautor habla sobre su temprano despertar al mundo de la escritura, de su pasión innata por componer canciones y música instrumental y de la felicidad que significa el hecho de poder dedicarse a lo que le gusta.
-¿Siempre escribiste?
-Siempre, aun antes de hacer canciones, primero escribí algún poemita, alrededor de los 12 o 13, y después de eso se me ocurrió empezar a hacer canciones, ponerle música a esos textos.
-¿Cómo identificás un texto que tiene destino de canción?
-Me doy cuenta al rato, recién cuando tengo dos o tres partes o estrofas.
-¿Tiene que ver con la rítmica del texto?
-Sí, por un lado con algo intuitivo, por otro por la temática, y después por la facilidad o dificultad que te pueda ofrecer lo que estás escribiendo para ser musicalizado.
-¿En tu trabajo de escritura volvés sobre los textos?
-Me puedo pasar años escribiendo un poema.
-¿Es algo así como reciclar?
-Es corregir algo que no te conforma y no sabés bien qué es, sentís que no está terminado. Lo agarro tres meses después y capaz que encuentro esa palabra que no cerraba. Capaz que estoy 20 años con un mismo texto y lo mismo me pasa con muchas canciones.
En el próximo disco hay canciones que tardé 25 años en hacerlas. Es como cuando estás haciendo algo y a eso le falta un ladrillo, hasta que no se lo pongas no va a estar terminado. Si no encontrás la salida hay que guardarlos.
-"Intro" es una selección de poemas; ¿tenés más?
-Sí, no quise hacer un libro muy grueso, son los poemas que encontré más redondeados, pero podría ponerme ahora a trabajar y tendría dos libros como este en poco tiempo. Es bueno guardar para el futuro, yo tengo muchas reservas de canciones, músicas y textos. Si yo dejara de componer creo que puedo tirar 20 años más, con todos los bocetos que tengo y sacar 10 discos más.
-Es tu trabajo y tu deseo, todo puesto ahí.
-Es mi trabajo pero yo no lo vivo así, cuando empecé a hacer canciones ni remotamente soñaba con ser un músico profesional; recién a los 21 me propuse vivir de esto. Estoy en la música desde los seis años, para mí es como caminar.
Tengo esa inmensa suerte de poder dedicarme a lo que me gusta; después, pegarla económicamente no existe; la gran mayoría de los músicos tiene que tener otros trabajos, otros oficios, cosa que yo también hice. Mi vida también fue muy sacrificada, de muchos oficios paralelos: fui taxista, profesor de guitarra, atendía tiendas de cosas de tornillos.
-Una vez definiste a la melancolía como una suerte de enfermedad.
-Sí, la melancolía es una exacerbación enfermiza de lo que te pasó en el pasado, algo que lo tenés incorporado que no es favorable, no te da alas para seguir viviendo, más bien que te complica. Es una cosa paralizante; yo abusé de cantarle a lo perdido.
-Es catártico.
-Sí, es cierto, es catártico y sanador, pero no me parece bien quedarte ahí. Hay que mirar para adelante. La tarea de un artista es que te den ganas de vivir, despertar emociones, lograr que el oyente experimente algo fuerte adentro. Perdí muchos años enrollado en lo perdido y eso no es maduro, no es adulto, no podés vivir con heridas, tenés que sanarte y seguir, chau.
Algunos, los que somos más débiles, tardamos mucho más tiempo en cicatrizar. Yo no me llevo el mundo por delante, no soy esos tipos locomotora, nací con poca energía, más flojo, también tengo que luchar con eso.

www.telam.com.ar

sábado, 29 de septiembre de 2012

Al mismo tiempo (entrevista en Brecha)

Había contrabandeado poemas en letras de canciones, o era que esas letras eran leídas como poemas, al menos por muchos. Había editado ya algunos, pocos, en “56 canciones y un diálogo”, pero la publicación de “Intro” señala la mayor incursión explícita de Fernando Cabrera en la poesía. El libro, rojo, gráficamente exquisito, se acompaña de un dvd que registra un concierto casi íntimo en los míticos estudios ion de Buenos Aires. Fue editado por Ayuí y presentado hace pocos días en el teatro Solís.
—Empecemos por el principio, por el título del libro –Intro–, que tiene esa triple característica de ser a la vez una introducción a tu poesía, una antología de tu obra como cantautor para públicos no iniciados y el primer recital grabado en el que tocás vos solo con tu guitarra.
—La tercera característica no llegó a ser deliberada. Después de grabar me di cuenta de que sin querer había cumplido con ese pedido que me hacen desde hace años, sacar un disco yo solo con la guitarra. Respecto al título, bueno, la palabra “intro” forma parte de la jerga de los músicos, de los ensayos, de las partituras y es, obviamente, la abreviatura para “introducción”. Se le llama “intro” a la estructura del comienzo, que puede tener equis compases, mientras el tema todavía no empezó. Me gusta esa palabra, corrientemente uno la escribe en la partitura encerrada por un rectangulito. Evidentemente tiene muchas connotaciones y no me puse a pensar exactamente cuántas ni cuáles, pero me pareció que era bueno como título: es breve, se aplicaba a esas tres cosas que mencionabas y quizás a algunas más, y por eso es también útil, en el mejor sentido de la palabra.
—¿Y cómo te parece que funciona al revés, es decir, la poesía para los que no te conocen y el recital para quienes han acompañado el desarrollo de tu carrera?
–El recital es una especie de antología y hay una razón para haber incluido el dvd en el libro. Porque esto es importante: para mí este objeto es un libro, yo publiqué un libro, no un disco ni un dvd. Lo de incluir el recital en dvd es posterior y tiene más bien que ver con la posibilidad de mostrarle a alguien que nunca me escuchó qué es lo que hago de una manera sencilla. No está dirigido a los seguidores de toda la vida, aunque probablemente también lo disfruten. Es para poder decir “éste soy yo” a un ecuatoriano, un nigeriano o un noruego; así soy yo en vivo con la guitarra y esto es lo que he estado haciendo todos estos años. El dvd surge a partir de un ofrecimiento del documentalista argentino Ariel Hassan. Él ha hecho varias cosas interesantes, entre ellas un documental sobre Atahualpa Yupanqui muy en profundidad, en cuatro capítulos que duran más de una hora cada uno… Hassan también trabajó en el canal Encuentro e hizo más de cuarenta unitarios con un artista cada vez, un proyecto conducido por Lalo Mir. Este programa se hizo en el estudio ion, que es donde grabé el recital de Intro. Se usaba la infraestructura y tecnología del estudio para las tomas de sonido, el recital se hacía en una noche, con muy poco público, y Hassan contaba con la otra parte del equipamiento, es decir, todo lo referente a cámaras, incluso un aérea con grúa.
—El trabajo de cámara, edición y montaje es muy bueno…
—Y la iluminación, todo. Es un regalo que me cayó del cielo, gente generosa que me ofreció hacerlo. El equipamiento del estudio es de una calidad impresionante, pero también está la carga afectiva, porque por ahí han pasado músicos increíbles en los últimos cincuenta años. El técnico de sonido sigue siendo el que grababa a Troilo, a Piazzolla, a Vinícius, a Charly.
—También pasaron varios músicos uruguayos por ion.
—Sí, hubo un sello muy interesante que se llamó De la Planta, a principios de los años setenta, aunque duró dos años nomás. Lo había puesto Jorge Abuchalja, que hoy organiza los almuerzos de adm. Él siempre tuvo un talento empresarial muy grande y además tocaba en Los Delfines: creó ese sello y en un año y medio publicó un montón de cosas hermosas, con una gráfica increíble. En De la Planta salieron discos como Totem, Mateo solo bien se lame, Camerata… entre muchos otros. Ellos tenían un convenio con ion, por lo que todos esos discos se grabaron ahí, en una noche, era más barato. Totem se grabó así, en un rato, en doce horas, todo el primer disco de Totem que es increíble.
—Pero volviendo un poco a lo que decías antes, que considerás a Intro como libro. Y sin embargo, algunas declaraciones tuyas me hicieron pensar en un cierto gesto de pudor al publicar poesía.
—Esto lo vengo escribiendo hace muchos años, puliendo, juntando, dejé afuera algunos poemas, incluí otros. No sé si me da pudor, más bien creo que no. Ya me animé una vez en el 92, si bien ahí los poemas estaban un poco camuflados porque el libro daba a entender que era de canciones. Se llamó 56 canciones y un diálogo y ya ahí meché algunos poemas. Antes, incluso, cuando saqué mi primer disco solista en el 84, El viento en la cara –un long play, como se decía, un vinilo diseñado por Maca, precioso–, ya adentro traía, del mismo tamaño del long play, que era 33 por 33 centímetros, cuatro hojas que, de los dos lados, tenían poemas míos y las letras de las canciones del disco entremezcladas. Así que a los veintipocos años ya me había animado a mostrar esa cara de “mirá que también escribo esto”. Es una cosa que hago de alguna manera para el público que tengo. De vez en cuando les muestro lo que escribo a ver qué les parece. No soy un poeta de oficio, ni tengo el caudal de producción para publicar regularmente. Escribo de vez en cuando, como un aficionado. Tal vez de ahí venga eso, la impresión de pudor.
—Para vos está clara, entonces, la distinción. No considerás entonces que tu letrística pueda ser leída como poesía...
—En realidad creo que yo considero que casi todas las cosas pueden leerse como poesía. Esa es una vieja duda que no sé…
—Es una vieja duda que nunca se termina de saldar…
—Es un tema de vehículos, en definitiva. No estamos hablando de esencia, sino de soporte. Porque puede haber poesía en alguna de mis canciones, tal vez no en todas. Me parece que la cosa es así: tal vez en alguna de mis canciones haya fragmentos que sean poéticos. Tres versos. O dos estrofas. O de tanto en tanto una canción entera cuyo lenguaje pueda considerarse poético. Yo he trabajado mucho con el lenguaje y también le he errado mucho. La canción popular se supone que trabaja con lo coloquial, sin rebusques, sin el intento de innovar radicalmente. Lo popular se supone que trabaja con el habla, con lo más inmediato, con lo que todo el mundo pueda comprender. No un regodeo para los pocos que están acostumbrados a la poesía. Yo hago canción popular, no sé si siempre ajustada a esto que estoy diciendo pero me he preocupado en los últimos años por simplificar y tratar de tender a ese lenguaje de la canción.
—Pero es una falsa dicotomía contraponer lo popular a lo poético. Lo poético no siempre está en lo rebuscado o en lo críptico aunque es verdad que se requiere una conciencia del lenguaje y sus posibilidades. Pero eso está mucho en el habla popular. Yo creo que en tus canciones hay muchos recursos que son de la poesía, tanto formales como lingüísticos…
—Hay un gusto innato en mí por jugar con las palabras, por darles un giro, buscar los significados, eso está presente y estoy seguro que está allí hasta cuando escribo un correo electrónico. Que cada palabra tenga un rol claro, o no, para el caso de que uno se proponga que no lo tenga. Combinarlas entre ellas. Hay un trabajo formal, cómo no, me preocupa lo formal en la canción.
—¿Cuando te ponés a escribir sabés a priori si lo que vas a hacer será poesía o será canción?
—Y no. Me doy cuenta al rato. O promediando. No sé bien el mecanismo porque no es claro. 

martes, 4 de septiembre de 2012

Fernando Cabrera en "Puglia Invita" (Canal 10)


Fernando Cabrera se estrenó como poeta en una mesa de tres


ALEJANDRA VOLPI
Cabrera presentó el contenido de Intro, el libro de poesías inéditas que publicó acompañado por un Dvd, en dos funciones a sala llena en el Teatro Solís. Actuó con banda completa y hubo lectura a tres voces."El texto escrito, no pensado para cantar, da otros permisos en el lenguaje, la estructura y los temas. Permite ser más arriesgado y entrar en otros sitios", dice Fernando Cabrera, quien sábado y domingo estrenó otra faceta en el Teatro Solís.Si bien como cancionista se lo puede ubicar con justicia entre los poetas más inspirados de la escena local y rioplatense, la publicación de estos 65 textos inéditos que nacieron sin música permite dimensionarlo desde otro ángulo. Y al propio autor le abre el juego.Cabrera ya había dado indicios de su pluma sin pentagrama en 1992 en el libro publicado por Trilce, 56 canciones y un diálogo. Con Intro oficializa una de sus tantas búsquedas y caminos posibles: la literatura. Él es también un investigador nato. Así como sabe con lujo de detalles la historia de cada rincón de Ciudad Vieja y de la manzana en la que vive, por estos días estudia el tango con meticulosidad académica desde sus albores.Cabrera además experimenta consigo mismo y sus posibilidades. Antes creía que la clave en la canción estaba en la complejidad, pero hoy sabe que va por el carril de lo directo. Entonces en la poesía encontró un espacio para quitarse el corsé de la música y complejizar donde haga falta.En vivo actuó acompañado por una banda pareja, sutil, que estuvo en función de la palabra y en la que no hay protagonismos ni destaques. Lo secundaron Herman Klang en teclados, Juan Pablo Chapital en guitarras, Federico Righi en bajo y Ricardo Gómez en batería.Cabrera hoy juega más con su voz, se anima a otros matices, haciendo buen uso de sus recursos y de su don de intérprete, tan distinto y personal. Para los textos hubo un sólo segmento: en una mesa, a media luz, con la participación de Mariana Percovich y el diseñador Maca. Los poemas podrían haber sido intercalados dentro del show musical, pero el cantautor eligió darlos a conocer en un quiebre. "La vida te corre", escribió sobre el paso del tiempo que empuja y versos después citó al amor abandonado y al poder de la poesía. El repertorio musical recorrió gran parte de su obra y recordó a Piazzolla y Darnauchans.
El País
Digital

viernes, 31 de agosto de 2012

"Yo no soy un poeta ni lo pretendo"



Fernando Cabrera se adapta al mercado. Producto de sus giras por algunos países de América del Sur su popularidad ha crecido fuera de fronteras. También fronteras adentro hay nuevas generaciones a cuyos oídos llegan por primera vez las melodías del hombre nacido y criado en el Prado. “Está pensado como para que aquellas personas que quizás se acercan por primera vez a lo mío, o que quieran tener de un golpe una cosa representativa”, explica Cabrera a El Observador.

Sábado y domingo se presenta en el Teatro Solís con el espectáculo Intro, una mezcla de canciones y poemas, acompañado por la misma banda que grabó Canciones propias: Federico Righi en bajo, Juan Pablo Chapital en guitarra, Ricardo Gómez en batería y Herman Klang en teclados.

Además, se anima a pisar (y a publicar) la poesía, un territorio lindero con la canción pero con un lógica propia. Un libro de más de 60 poemas acompaña el dvd que compone Intro. Música y poesía: ambas sonaran en el Solís de la garganta de Cabrera.

¿Cuáles son los significados de Intro?
El proyecto Intro es el coraje para publicar una cantidad de poesías, que no son letras de canciones, junto con un dvd, que incluye un concierto hecho en los estudios Ion de Buenos Aires, con 18 temas de todo mi repertorio.

¿Es un “very best” of Cabrera?
Sí. No sé si es una antología. Es una panorámica. El dvd se hizo con una pequeña cantidad de público alrededor, algo muy típico, en unos estudios que son una leyenda en la tradición discográfica de Buenos Aires. Ahí también grabó Totem. En los pasillos tienen las fotos de Yupanqui, Troilo, Piazzolla, Vinicius. Este dvd viene a cumplir una antigua solicitud que recibo siempre que es: “¿Cuándo vas a grabar un disco solo con la guitarra?” se ve que quienes siguen lo mío me prefieren solo con guitarra. Es un Cabrera unplugged, muy bien hecho. Y después los poemas, claro. Son más de sesenta. Me gustó usar la palabra “intro” porque es un término que usamos mucho en la cocina de la partitura, es una palabra muy presente en los músicos. Y por sus connotaciones de interioridad, o de introducción a lo mío. Una cosa que me sucede mucho en los últimos años es que hay gente que me conoce por primera vez ahora. Yo ya tengo 35 años de carrera en esto, una cantidad de discos, sin embargo muchísima gente me escucha por primera vez ahora. Argentinos, chilenos, colombianos. Lo edita Ayuí en Uruguay y S Music en Argentina. Es una buena manera de iniciación para aquel que no me conoce.

¿Es tu “intro” en la literatura también?
Bueno, relativamente. Hace 20 años publiqué un librito pequeño que se llamaba 56 canciones y un diálogo, editado por Trilce. Era un diálogo porque traía un reportaje realizado por Alicia Migdal. ¿Por qué sacar un libro de poesía? Cabe aclarar que yo no soy un poeta ni pretendo ocupar ese lugar. Lo que sí siento es que hay muchas personas que disfrutan de mi forma de escribir y estoy seguro que hay un público que va a recibir esto con agrado y que lo va a leer. Por eso me animo a publicarlo. No me siento poeta, no me dediqué a la poesía como algo central en mi vida.

¿Algunos de estos poemas se conectan con las letras de tus canciones?
No es mi intención. Es una cosa que hago aparte. Que por algo cuando lo termino de escribir no lo destino a guardarlo porque lo voy a musicalizar.

Si aceptás que tus raíces musicales están en muchas patas -Piazzolla, Jobim, los Beatles, el tango, el folklore del Río de la Plata, la música clásica-, ¿cuáles serían tus raíces poéticas?
La lista sería infinita, pero si me retraigo a cuál fue mi primer contacto con la poesía, es el Martín Fierro. Hasta los 13 o 14 años no leía nada ni tenía el menor contacto con la literatura. Y tampoco con otras manifestaciones artísticas: ni el cine, ni el teatro, ni la pintura. Vengo de una familia donde esas cosas no existían. Vivía en el vandalismo adolescente de un colegio de varones.

¿No había biblioteca en tu casa?
Para nada, no había un solo libro. No había motivación. Todo era trabajo, en fin, otros conceptos. No acuso; era así. Un buen día uno de mis mejores amigos, me dice: ‘Vos sabés que en mi casa hay un libro y lo estuve vichando, y estoy seguro que a vos te va a interesar’. Y yo pensé: ‘¿Qué me está diciendo este? ¿Leer un libro?’ Estaba fuera de nuestro catálogo. Este amigo me da el libro y era el Martín Fierro. Tal como él vaticinó, para mí fue un shock, un despertar.

Un libro difícil de entrarle para ser el primero de un lector…
Sí, y aparte yo no tengo ningún tipo de contacto con el medio rural. Soy una persona que adora la cultura criolla, pero que he nacido y he vivido en la ciudad. Leí el Martín Fierro y me pegó fuerte. Comencé a buscar otros libros conectados a lo gauchesco, y me topé con Serafín J. García y Tacuruses. Fue la primera vez que yo compré un libro, que tuve el impulso de conseguir plata y comprarlo. Me morí con Tacuruses. Por unos años tuve una afición completa por la poesía gauchesca. En preparatorios me encuentro con una barra mucho más cultivada y estos amigos me prestan un libro de Mario Benedetti Inventario 67, una antología de poesías de los ’60. Me encontré con otro modo de escritura y otros temas. Esas fueron mis dos vetas de entrada a la poesía y a la literatura en general.

¿Cómo hacés para que los poemas no sean canciones?
No puedo evitar que los poemas sean muy musicales. En Intro hay muy poco verso libre, porque no es un lugar donde me encuentre muy cómodo. Y tampoco escribir con una estructura silábica fija es muy cómodo. Hay mucho octosílabo.

Canciones tuyas como Pueblo, del disco Fines (1995) son poemas. “Con una especie de causa medieval/ que llevan entre los hombros/ los habitantes de este olvido…”
Sí, claro. Eso es un poema. Es un lenguaje hermético, que no parece una canción. Pero bueno, no sé por qué se me habrá ocurrido. Tobogán y Tuve también son muy poéticas. La casa de al lado también.

¿Sos lector de poesía? ¿Qué hay en tu mesa de luz?
Ahora hay poesía de poetas jóvenes uruguayos. He leído poesía toda mi vida. Desde el Siglo de Oro español, poesía brasilera. Conozco bastante bien la obra de Carlos Drummond de Andrade, los concretistas. Conozco la poesía argentina, bastante, la uruguaya, bastante. Y la del mundo anglosajón, en traducciones. También leí incansablemente narrativa. Pero hoy en día me cuesta la ficción. Me cuesta leer una novela, un cuento, lo que alguien haya inventado para entretener a otro. Me dejó de interesar. Puedo leer ensayos, libros de historia, biografías.

¿Qué fue lo último que te emocionó a nivel artístico?
Soy de lagrimita fácil, como dicen. Vi la última de Woody Allen, Medianoche en París. Juega con la realidad de un modo creativo tan increíble…

¿Y hubieras sido el protagonista de la película, a qué época te hubiese gustado escaparte?
La época depende del lugar del planeta. Me hubiera gustado estar acá en alguna otra época. Ser testigo, entre el ‘900 y los ’30 o los ‘40 del origen y la evolución del tango. Haber visto las iniciales orquestas de Francisco Canaro. Haber visto a Gardel, las novedades que trae Bardaro, el origen de la orquesta de Aníbal Troilo. Siento una profunda admiración por ese fenómeno musical que es el tango. Muy rico y muy poco estudiado. Y el Uruguay de esa época, que tuvo esa cosa de avanzada del batllismo, que se manifestó en muchas áreas.


http://www.elobservador.com.uy

lunes, 20 de agosto de 2012

El Árbol de los Búhos. Entrevista a Fernando Cabrera


Lo hallé un mediodía tardío, porque lo era y porque es más poético decirlo así. Y sí… fue un hallazgo. Él estaba un tanto distante e íntimo, pero consigo mismo, detrás de la revista y de su café de a sorbos. Correcto, amable, casi resignado a su notoriedad.

Yo había reseñado un espectáculo suyo en la Trastienda de Montevideo. Se lo dije, pareció interesarse y anotó en una servilleta la dirección de la página Web y se sorprendió por el nombre.

-¿cooltivarte?

-Sí, dije, saboreándolo de antemano.

-¿Vos sos cool?- preguntó, marcando la cancha. -Porque yo no lo soy para nada- arremetió.

-Lo sé -contesté mirando de reojo la revista Caras que él había estado mirando. Eso, y su porte, el pelo, los lentes, el saco, aparentemente casual, y su postura corporal; un niño viejo un poco enfurruñado y sentado de espaldas a la vidriera.

Todo esto lo supe después y es, claramente, una construcción literaria. En esos momentos trataba de vocalizar mi seseo y controlar los latidos de mi corazón. Era Fernando Cabrera. A no gilear. Los quiero ver a ustedes.

Y así dio comienzo esta entrevista que no pudo ser presencial, por cuestiones de agenda, salud y personalidad.



Han pasado algunos años desde aquellos 6 o 7 cuando tu madre te regaló una guitarra (sin preguntarte) y te envió con la profesora argentina Noemí Porrati a tomar tus primeras lecciones de música.

Ha pasado la época de Mon TRES video y la influencia fecunda de Lazaroff (“dejate de embromar con esto de ser arreglador, dedicate a la canción, hermano (a propósito de Paso Molino y La Vidalita), Galemire, Mateo, Darnauchans, quién te mostró que se podía hacer canción “siendo caprichoso, siendo corajudo”. Y tantos otros.

Llegó el Gran Rex, tu guitarra negra, “porque te queda más elegante” -Drexler dixit- y el lugar central en su espectáculo y aquellas tres canciones (que no eran las que vos, inicialmente, ibas a cantar) La cajita de fósforos; Viveza y La casa de al lado.

Y pienso acerca de quién es hoy Fernando Cabrera, para Fernando Cabrera. ¿Seguirá tan reticente a llamarse a sí mismo poeta, a secas, o sentirá como hace años que “es cargada la palabra poeta…es brava esa palabra…es un bloque… hay que llevarlo”; “soy un poeta popular como Carriego o Ferrer.

Y esta es la primera pregunta de esta entrevista:



-¿Quién es Fernando Cabrera? No, para los medios, ni para el público, ni siquiera para los colegas, sino para sí. ¿Quién es este ser que responde a este nombre visto por sí mismo?

-No sé quién soy. Mejor dicho, no me lo pregunto, no tengo capacidad de verme. Puedo divagar en este momento y decir que "ya se pasaron muchos años y que algo he hecho, dentro de un proyecto más bien ciego, nada explícito. He plasmado algo en la canción, un modesto signo que no se parece a otros, que es mío". Pero también pienso, sin retórica, que siempre estoy comenzando, que soy permanente principiante y queda mucho por hacer. Veo muchas composiciones, borrosas aún, pero casi tangibles, sobre las cuales siento una obligación o mandato de darlas a luz. Íntimamente: soy el mismo que a los 5 o 6 años. No he cambiado. Me veo entrando a clase el primer día de escuela. Saliendo al patio en el primer recreo. Todo me resulta ajeno, distinto, difícil de compartir. Incomunicación directa, inmediata. El comienzo de un largo proceso -llega hasta hoy- de comprensión, de adaptación, casi nunca logrado. La individualidad, no como opción sino como único y fatal camino posible.



Sin duda, el que escribe es a su vez escrito, dicho, decido. Tu escritura, aún esta, sobre todo esta, de ahora, tiene un cauce por debajo, un rumor; sus raíces en lo oculto, como le gustaba decir a Lispector. En tus letras, en tu poesía, en este texto/respuesta, hay silencio. Difícil. “Existe una masonería del silencio que consiste en no hablar de él y adorarlo sin palabras” . El silencio se hace bajo las mesas y entre líneas. El rumor del que hablo, el cauce, viene del silencio; del que no necesita nombrar para decir. Aludís a la poesía, a la creación, retornás, como en alguna entrevista anterior, a convocar la figura del demiurgo, el que ordena el caos: “Veo muchas composiciones, borrosas aún, pero casi tangibles, sobre las cuales siento una obligación o mandato de darlas a luz.” Y lo hacés con pudor, el mismo pudor que hay en tus letras. Pertenecés a una época de pudor, seguramente a un entorno familiar pudoroso… “éramos obedientes” decís en una entrevista, con Sotelo; un entorno en donde tu madre silbaba Garota de Ipanema (sin desafinar) “con el cambio en la parte B, que cambia de tono”.

El pudor que deviene de sospechar que la Belleza, alguna belleza, es un camino posible. También te referís a la soledad del creador y a la incapacidad, casi como un sino, una fatalidad, de adaptación, de comunicación.

“Todo me resulta ajeno, distinto, difícil de compartir”…, esta es la declaración más honesta que hemos recibido -como público- de un creador. Y aquí comienza a configurarse la pregunta, porque aún no me queda claro si ese “modesto signo que no se parece a otros, que es mío”, ese impulso creativo, proviene de un sueño o si es vivido por vos como un presagio, un anuncio. Pero en uno u otro caso…



-¿Cuál es el precio que se paga (que pagás) por estar auscultando esas “composiciones, borrosas aún”, donde la individualidad es casi el único camino posible, como una fatalidad?

-No sé si pago un precio. Si pago, no lo siento como pérdida. Porque a cambio también gano o cobro. Lo que pago tal vez sea mostrar desnudamente mi interior siendo yo un discreto, un tímido. Y luego revivirlo cada vez que interpreto ese tema o cada vez que lo oigo por otros. Es volver a lugares que quizá sea más sano olvidar, dejar atrás.

Eso es lo que pago, no olvidar lo olvidable. Aunque también hay cosas que me son gratas revivir, por supuesto. Muchas: tesoros de la infancia, versos bien resueltos, machiembramientos felices entre letra y música, el vértigo sin caída de cantar y tocar la guitarra. Eso es lo que cobro, pero por sobre todo lo que más cobro o gano es cuando veo que el oyente vibra con algo que yo hice. Cuando veo que logro la emoción en el destinatario me siento inmensamente rico. También debo decirte que hay ya un acostumbramiento al oficio y que por nada del mundo dejaría de hacer esto. Me da una felicidad enorme el transcurso de la hechura de una canción, que a veces es muy demorado, puedo demorar meses o años. Pero nada en el mundo me da una satisfacción similar a la composición. Bueno, también la interpretación. Cada vez soy más dichoso en el escenario.



Es muy interesante el re-encuadre discursivo que hacés, casi como un fotógrafo. Y tanto más interesante es aquello que queda por fuera del cuadro, aquello que no decís. Teniendo en cuenta, además, que aquí nos perdemos la potencia ilocutoria, al no estar frente a frente, sino en ¿extremos? de la Web. Sólo me resta la estrategia del discurso escrito como croquis de una mentalidad. De tu mentalidad. Para tratar de avistar, de entre-vistar, al ser detrás de la urdimbre -cota de mallas- que es el intelecto (un poco a lo Buarque, a lo Veloso). Tratar de discernir a través de la urdimbre de tus palabras (sos un gran urdidor, un palabrador, refinado) al individuo que parece estar siempre un poco molesto, irritado, con cara de no se acerquen.

Un discreto, decís, un tímido; alguien que no es para nada cool, como me advertiste en nuestro primer y único encuentro hasta ahora.

¿Qué es la fama para vos, Fernando? Para un discreto, un tímido. Para alguien que se ha convertido -no sin esfuerzo- en el compositor más versionado de la escena uruguaya. Quién además tiene un documental en progreso que abarca cuatro años de su carrera; un audio libro con un concierto y más de 90 poemas propios y un adelantado libro de entrevistas (Temponi/Pampillón) y otros tantos rechazados por considerar que era "absurdo" que salieran cinco libros sobre vos en un año.

Y obturando la posible tentación de que cites a Humberto Correa, me adelanto y agrego:



-"Si la fama es puro cuento", ¿qué cuenta ese cuento?; ¿qué te cuenta a vos?

-De la fama sólo conozco la parte pesada y no dispongo de la parte mejor que sería, calculo, el bienestar y el dominio de mis horas. O sea: un verdadero famoso también puede defenderse de la fama, por medio de guardaespaldas, altos muros en sus viviendas magníficas, vidrios negros en sus vehículos ídem, lejanas y paradisíacas tierras para sus vacaciones frecuentes, cuentas bancarias a salvo de eventuales avatares

financieros, etc. Yo de la fama sólo recibo reportajes, pedidos de presencia o donación de mis honorarios para todas las causas imaginables: instituciones de ayuda de todo tipo, cirugías en el exterior de todo tipo, sindicatos de todo tipo, escuelas o merenderos que se les voló el techo de todo tipo, recitales de colegas de todo tipo, grabaciones de colegas de todo tipo -acá y en Argentina- grupos estudiantiles de viaje de todo tipo, estudiantes de periodismo, sicología, historia, música, que quieren hacer su trabajo para la clase conmigo, hijos de mis 500 amigos íntimos que quieren charlar, conocerme, asistir a ensayos o grabaciones, hijos de mis 5.000 conocidos ídem, permanente pérdida de privacidad en bares, veredas, librerías, playas, parques, llamadas telefónicas de desconocidos a toda hora, desconocidos que me quieren conocer personalmente... Sólo eso. Como contrapartida, el intangible patrimonio de sentirme solidario.



Asumo como creador mi propio monstruo. Un ser que tiene como único destino prevalecer. Apartado de los demás. Lo dejo obrar en los sueños o en el arte. Lo suelto a un mundo sin coordenadas y lo abandono a vagar por las planicies oníricas que abren y desgajan en océanos con llamaradas blancas y hambrientas; un lugar de lunas crucificadas donde el viento del inconciente sangra y el tiempo -que no es tal- es pálido como un lienzo borrado y vuelto a estrenar. Somos el uno la cárcel del otro.



-¿Dónde obra tu monstruo?

-No percibo un monstruo adentro. Lo que veo en mi interior es cierta facilidad y gusto por combinar palabras y lo mismo con los sonidos, de mi voz y de instrumentos musicales. Descubrí eso en mi adolescencia y comencé a practicarlo hasta hoy. Se ha convertido en una pasión y también en un medio de supervivencia. Lo he ido decantando y puliendo. Cuando miro adentro en busca de temas o ideas para mis canciones veo lo que supongo ve todo el mundo: su historia, su experiencia. Lo que no todo el mundo logra es traducir eso en un objeto artístico. Esa es nuestra tarea, la tuya con tus poemas y la mía. La misma tarea, pero con otros objetos, cumple el panadero, el sastre, el albañil, etc. Nosotros fabricamos objetos para el espíritu, ellos para los cuerpos o para las necesidades materiales. Creo que no hay que hacer distinción entre ambas actividades o privilegiar la nuestra. La utilidad es pareja.



Entiendo que te haya incomodado la pregunta, y quizá la palabra monstruo no da cuenta de la fatiga de tratar de comunicarse con otros. O de la necesidad de andar buscando "composiciones para darlas a luz". Cierta inadaptación que se sufre: "Todo me resulta ajeno, distinto, difícil de compartir. Incomunicación directa, inmediata. El comienzo de un largo proceso llega hasta hoy- de comprensión, de adaptación, casi nunca logrado. La individualidad, no como opción sino como único y fatal camino posible".

También reconozco que esta no es una entrevista típica, un ping pong. Ya las has tenido y las tendrás. Y por supuesto valoro tu generosidad a la hora de contestar. No puedo evitar no diluirme en la entrevista (lo cual sé configura un estilo por demás deseable). Esto es más bien una conversación. Nada más lejos de mi intención privilegiar mi actividad o la tuya sobre otras. He dicho en algunas oportunidades que escribir bien implica la misma devoción que hacer bien una torta o un banco. Arte es arte. Puedo ser más conciso, claro. No es mi intención desorientarte.



-¿Qué te dicen los búhos cuando cantan?

-No me incomodaron las preguntas.

Desconozco el idioma de los búhos.



Me hiciste reír mucho con algunas respuestas del mail que sigue a éste. Lo de las comidas es desopilante, por alguna razón intuía que podía ser así. También reí con la recuperación de tu primer libro con poemas. Borgiano.

¿No recordás haber hablado de los búhos?

"El oeste de la ciudad tiene Banda de sonido propia (Jaime Roos, dixit): ramas de árboles y pájaros distintos, con distintos cantos; un bosque enfrente de mi casa; el sonido del tren; el silbato de las fábricas, los cascos de los caballos en el hormigón, la campanita de los carros me fascina.

De noche los búhos que cantan a dúo, 2 búhos. Un canto increíble. No me animo a reproducirlo [...]"

Pretendía bucear en tu proceso creativo, la fase sensorial. La impregnación del mundo en vos. Imaginé que esos búhos te impresionaban de alguna manera especial. Pues decidiste decirlo en público, en una entrevista de 1997 con Aldo Novick. Hablamos de aquello que nos pasa, que nos conmueve. Cómo esa conmoción termina en la creación, dentro de un ser creativo, ése es el “Santo Grial”. Miré y escuché todas las entrevistas que existen en la Web. Y destaco tu coherencia temática. Tu decir. Los búhos estuvieron allí porque así lo quisiste. Reconozco que como imagen ¿poética? es formidable, ni hablar del sonido de la palabra. Sólo por eso valió la pena. Sospechaba que podía haber más. Sigamos.

No has sido un compositor de “resistencia” de “barricada”, sin embargo el proceso de la dictadura y la represión transcurrió desde tus 16 a los 28 años. Y te cito: “ […] la dictadura con toda su ferocidad, con toda su cosa tan horrible… se hizo sentir; […] pero vivíamos… y allí estábamos y funcionábamos como podíamos y hacíamos cosas”.

(En pleno proceso dictatorial Chico Buarque concibió “O que será” algunos dicen que es sobre el amor, otros sostienen que es sobre la libertad).



-¿En qué parte de tu proceso como creador se imbricó la dictadura?

-La dictadura empezó casi al mismo tiempo que mi proceso creativo. Mi relación con la creatividad musical no se vio afectada por la Dictadura o mejor dicho, todos supimos adaptarnos, luchar contra ella, hacer lo nuestro sin ajenizarnos, finalmente derrotarla. Opiné en mis canciones aún corriendo riesgos (Lejos, Salir, Margen, Desbordando barrios, Estás acabado, Joe, Cuando toque tu espalda) pero las hubiera escrito igual, en el mismo lenguaje, con Dictadura o sin ella. Nunca rebajé mi forma de escribir por razones de censura. Aunque alguna vez sufrí censura. Detesto el panfleto y detesté sobremanera en aquel período a quienes baratizaron la canción en aras de una comunicación inmediata hija de la urgencia política. Yo escribo igual ahora que en aquel entonces mientras otros que no nombro desaparecieron.



-¿Todo converge sobre el escenario?

-Todo converge sobre el escenario. La energía creativa mía (transfigurada en trance) y la energía creativa del espectador, no por receptiva pasiva. Si todo va bien ambas partes confluyen en el trance.



-¿Existen para vos las epifanías?

-Claro que existen las epifanías. La vida está llena de ellas y no me refiero sólo al hecho artístico o compositivo. Lo epifánico ocurre en la mente de cualquiera, quiera o no.



-¿A qué responde la profunda concentración a la hora de interpretar?

-La concentración es un bien, un valor. Necesario en infinidad de actividades tales como clavar un clavo, manejar una máquina, dar un examen, cocinar, hacer el amor, y un dilatado etc. Comprendo sin embargo que haya otros seres que no la necesiten. No es mi caso.



-¿Con qué artista aún no has trabajado y quisieras hacerlo?, ¿por qué?

-Con C. Gardel, J.L. Borges, Ch. Chaplin, A. Troilo, Ch. Parker, J. Hendrix, L.A. Solari, J. Cúneo, King Crimson, A.C. Jobim, R. Starr, W. Allen, E.Regina, B. Dylan y otros. Por un lado porque me gustan y a la vez porque pienso que habríamos encontrado la manera de interactuar.



-¿Por qué recién ahora salen a la luz tus poemas, más allá de la poesía en tus letras?

-Ya una vez, en 1992 (Ed. Trilce) publiqué un libro con canciones y poemas, entreverado, sin separarlo en dos partes. Se llamaba "56 canciones y un texto" (con prólogo y entrevista a cargo de Alicia Migdal) Al haber pasado veinte años se me juntó otra cantidad similar, ahora sólo de poemas, y se me ocurrió volver a intentar la irreflexiva aventura editorial, esta vez junto a un DVD que registra un concierto en vivo en los míticos estudios ION de Buenos Aires. De aquel primer libro recuerdo que me arrepentí pronto y un día fui a Trilce y compré todos los ejemplares que quedaban para hacerlos desaparecer luego. Yo sólo poseo un ejemplar que no presto a nadie y que es el que le había obsequiado en su momento a mi madre. Por cierto, en la tapa se reproducía un cuadro de Solari, "Los ángeles paseanderos".



-¿Zitarrosa?

-Zitarrosa: ejemplo supremo en mi tarea. El sano diálogo entre la tradición y el hoy. El sano diálogo -más infrecuente que el anterior- entre lo rural y lo urbano: con un lenguaje y una temática campera logró ser querido y exitoso en la ciudad. Ayudó en la supervivencia de géneros agonizantes como la vidalita, el gato, la huella, el estilo, la chamarrita, el razguido doble (la milonga no precisa salvataje por gozar siempre de enorme salud) Gran poeta. Gran arreglador de guitarras. Muy oriental.



-¿El placer en tu vida?

-Tomar mate al lado de la ventana de mi casa que da al norte, de mañana, escuchando radio Clarín, con apuntes que corregir o continuar, o un libro interesante, cambiar de ventana en la tarde y ver caer el sol sobre la bahía y el cerro, comprobar una vez más cómo de a poco se comienzan a distinguir del atardecer, la luz de la farola y las pequeñas luces de la ladera. Antes el placer también era recorrer el país, verificar nacientes de ríos, o pequeños pueblos que nunca había visitado, rutas que no había transitado. Mi padre fue camionero en una época y eso me quedó. Los ensayos con los músicos que me acompañan.



- ¿Y la gastronomía?

-Sólo sé preparar dos platos, uno simple y otro más elaborado. El simple, la tostada. Y el sofisticado el refuerzo.



-¿La Belleza?

-La belleza está en todas partes pero para cada uno es una cosa distinta. Lo que es bello para alguien para mí puede no serlo.



¿El mar?

-El mar es algo que despierta escaso interés en mí.



-¿Qué es el amor para Fernando Cabrera hoy, en su adultez?

-Nunca supe qué es el amor, menos ahora en la vejez. Creo que sustancialmente se trata de una construcción cultural. En los hechos es una mezcla de atracción física con convenio. Creo que las parejas se unen para apechugar mejor en la vida, para enfrentar las cosas de a dos. También está el amor genérico a la humanidad. Este sentimiento mueve muchas cosas y me parece muy positivo. La pena es que buena parte de la humanidad carece de este sentimiento.



-¿La política?

-La política está comprendida en la segunda parte de la respuesta anterior. O sea, creo que debiera ser el resultado del amor a la humanidad.



-¿La iniciativa para bajar la edad de imputabilidad de los menores?

-Tengo una canción que habla de ello, "Menores" Está en el disco Ciudad de la plata (Ayuí, 1998). Ayer mismo me invitaron a participar de un spot televisivo en contra

de la iniciativa de bajar la edad en un próximo sufragio. Mi intervención fue más o menos la siguiente: no estoy de acuerdo con quienes impulsan este tema, creo que actúan con cierto arrebatamiento o apresuramiento. No tienen en cuenta que más adelante aparecerá alguien que propondrá bajar la edad a 14. Vendrá luego otro u otros que querrán bajarla a 12. Y etcétera. Yo propongo algo más radical: llevemos el límite a 0. Todos sabemos que hay niños que ya desde la guardería comienzan a cometer sus primeras faltas o pre-delitos. Ahorremos tiempo y plebiscitos. Fernando Cabrera. Pero los integrantes de la Comisión me persuadieron de que la ironía podría no ser del todo comprendida. Entonces me remití a afirmar que de 20 delitos sólo 1 corresponde a un menor. Sólo el 5,9% de los delitos son efectuados por menores.



-¿El proyecto de despenalización del aborto?

-Apoyable. Así no se puede seguir, es un tema de índole sanitario donde están en juego muchas vidas.



-¿Desempeñarías un cargo público como lo hizo Gilberto Gil o Chico Buarque en Brasil, respecto al Ministerio de Cultura?

-Jamás tomaría un cargo público salvo que no tenga para comer. No tengo capacidad ni vocación.



-¿Leés o leíste a Marosa di Giorgio?

-Lamentablemente tengo cierta dificultad para leer a Marosa di Giorgio. El estilo me resulta inabordable y sus temas no me atraen.



-¿Qué es la libertad para vos?

-La libertad es poder decidir, es no recibir prepotencia, no estar sujeto a aceptar las determinaciones de otros cuando no concordamos con ellas.



-¿Y la justicia?

-Definir la justicia esta fuera de mi alcance porque como en tantas otras cosas siempre hay diversas posiciones. ¿Quién determina qué es lo justo cuando para una persona lo es y para otra no?



-¿Te gustan los vinos?

-De vez en cuando me gusta el vino, antes más ahora menos. No soporto el Tannat por fuerte y por excesivamente manchador.



-¿Considerás que sos un ser con una inteligencia destacada?

-Mi inteligencia es muy limitada. No cuenta que tenga cierta habilidad para la música o las canciones. En otros muchos órdenes me falla o es incompetente. Mi vida paga tributo permanente a esas incapacidades.



-¿Qué, con los pobres e indigentes?

-Es deber de todo ser humano que se precie, trabajar para revertir la pobreza y la indigencia.



-¿Alguien tiene derecho a morirse de frío en la calle?

-No, salvo que en pleno dominio de sus facultades mentales se esté suicidando.



-¿Qué, con los ricos?

-Quien tenga la habilidad de enriquecerse honestamente merecerá hacerlo. Luego debe aplicar mi primera respuesta.



-¿Qué sentís acerca de tu vejez -en el horizonte- y la de tus seres queridos?

-Mi vejez ya no está en el horizonte (algo que nunca se alcanza) Convive recientemente conmigo y está ocupando vastos territorios de mi cada vez más debilitada y huidiza juventud. Tanto la vejez de mis seres queridos como la mía son naturales e inevitables. La única actitud posible, la resignación. Re-signar.



-¿Podrías explicar por qué considerás compleja la música que hacen los Olimareños? Técnicamente hablando.

-Porque sus diseños vocales son originales, inesperados, lo mismo que sus diálogos guitarrísticos. Esto aplicado a un repertorio imbatible produce la magia de Los Olimareños, magia que ningún periodista, estudioso y/o musicólogo, se ha dignado estudiar y dejar por escrito.



-¿"Te abracé en la noche" fue escrita bajo el influjo de Alfredo Zitarrosa?; o de alguna manera ¿conversa con "Si te vas" (1961)?

-Para nada. No tiene el más mínimo contacto con Zitarrosa. Fue escrita bajo el influjo de mi más antiguo dolor, hoy felizmente superado. El que motivó Viejos y raídos buzos azules, Ningún ruido en el altillo, No te acordás, Por ejemplo, Que vuelve ella, Todo el día, El tiempo está después, Tuve, Copiando la lluvia, Imposibles, La casa de al lado, Puerta de los dos, Tobogán, Reina, Resurrección y Te abracé en la noche. Todas estas canciones son cartas personales que nunca llegaron a destino. Terminaron siendo canciones a lo perdido.



-¿En qué estás trabajando ahora?; ¿Cuáles son tus proyectos en lo inmediato?

-Estoy componiendo y grabando la banda sonora de la película argentina "Por un tiempo", debut como director y guionista del actor Gustavo Garzón y debut como productor de Daniel Hendler. Estoy en los toques finales del lanzamiento de Intro, un libro de poesía inédita con un DVD adentro que contiene un concierto grabado en los estudios ION de BA.

Estoy armando un libro bilingüe para Brasil con 65 textos de canciones, que sale conjuntamente por la editorial Yaugurú aquí y Grua allá. El mes que viene comienzo la grabación del nuevo disco de canciones mías que saldrá a fin de año o comienzo del próximo.



Muchas gracias, Javier.

Abrazo, Fernando.

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domingo, 19 de agosto de 2012

No tengo el orgullo ese de salirme con la mía"

De niño lo mandaron sin que lo pidiera a aprender guitarra y ahora es un referente de la música. Cumple 35 años de carrera con el estreno de una nueva faceta: la de poeta.






A Fernando Cabrera le gusta dejarse llevar. Ir con la corriente. Incluso, jugar a hacer lo contrario a lo que desearía. Dejar que, al menos de un modo inconsciente, resuelvan los demás. Quizás por eso dice que su madre, Norah, y su profesora de guitarra, Noemí Porratti, determinaron su vida. La primera lo llevó a estudiar ese instrumento con solo seis años. La segunda lo inició en un camino que se convirtió en su profesión, en su razón de ser, en su felicidad. En todo.

Por estos días Fernando Cabrera (55) está "en shock". Cumple 35 años de carrera profesional y eso es difícil de asumir. Le cuesta pensar que ya pasó en los escenarios más tiempo del que transcurrirá. Esa es la "nueva ficha" que da vueltas por la cabeza de este cantautor que transitó por un camino poco convencional: de lo complejo a lo simple, de ser un músico de culto a volverse masivo, de ganar tranquilidad a una altura de su trayectoria en la que muchos la pierden.

Detrás de ese shock hay en Cabrera varios niveles de satisfacción y alegría. El crecimiento de su público -que él ubica de ocho o diez años atrás a esta parte- le brinda tranquilidad profesional y económica, pero también psicológica. "Es una satisfacción vinculada al hecho de creer que no estaba tan equivocado, que no era malo lo que yo proponía", resume.


VOCACIÓN. De niño, en la casa de Cabrera la música era habitual. En el tocadiscos Geloso sonaban Julio Sosa, Héctor Mauré, Aníbal Troilo, el pianista estadounidense Eddy Duchin y el español Alberto Closas. También se oía silbar con excelente afinación a su madre temas como Garota de Ipanema y se escuchaban los tangos que ponía Alfredo, su padre. Pero lo que sobre todo sonaba eran voces de niños: Fernando es el mayor de ocho hermanos. Además, en frente vivían nueve primos y a pocas cuadras cuatro primas. En total, "un batallón" de 21 chicos que se criaron juntos en Paso Molino, experiencia que marcaría su vida.

Lo positivo es que desarrolló el espíritu de equipo, una sensación que define como "un pequeño país dentro de un país donde todo se comparte". Lo negativo - "sin acusar a nada ni a nadie", aclara- es que la personalidad se desdibuja. "No hay sensación de individuo, todo es compartido, se te trata como un colectivo. Creo que es inevitable, tenés que ponerte en el lugar de una madre o un padre de ocho niños, no tenés más remedio que inculcar el `todo para todos`, pero claro, nunca tenés nada propio". Para Cabrera el costo de eso fue ser un niño que buscaba individualizarse, incluso a través de la soledad, y el tornarse introspectivo, un herramienta que juzga fundamental para el trabajo artístico.

Los cuadernos que traía de la escuela Maturana tienen una particularidad. Al final de cada tarea, sin importar que fuera de geografía, historia, una redacción o un ejercicio de aritmética había un dibujo. Son variados, pero especialmente hay aviones y autos. Cabrera mantiene esa pasión, aunque dice que no dibuja bien, y su madre aún conserva las carpetas con esos trazos.

A ese niño que no manifestaba especial interés por la música le trajeron una guitarra envuelta, un libro de pentagramas y un cuaderno de solfeo. Era una época en la que un chico no discutía una elección de sus mayores. Así que comenzó las clases. "No digo que me haya gustado desde un comienzo. Al contrario, es muy árido. Me salían ampollas en los dedos, me costó como un año de clases empezar a poner una posición y que sonara un acorde como para que sonara una canción. Fue muy trabajoso, muy árido, fui muchos años a clase. Un poco con ganas, otro poco sin ganas, como obedeciendo, como vas a la escuela también".

Con ese espíritu de obligatoriedad continuó cantando puertas adentro pero también en público. Su profesora lo presentaba en espectáculos de todo tipo: canales de televisión, fiestas, quermeses. Para él subirse al escenario era algo natural, como jugar al fútbol o ir a la playa. Sin embargo, nunca fue muy comunicativo en sus recitales. Él lo explica por ese trasfondo de timidez que siempre lo acompañó, aunque con el paso de los años aprendió a manejarlo de otra forma. De todos modos, prefiere el lugar del que escucha los cuentos al del que los hace.

Después, cerca de los 12 o 13 años nació ese amor por la música que no lo abandonaría. "Entre mi madre y ella, mi profesora, resolvieron mi vida de alguna manera. Yo después puse lo mío, seguí estudiando, me seguí preocupando y apareció en mí la vocación, algo en lo que yo creí y aposté".

Con el Bachillerato llegaron a la vida de Cabrera personas que le cambiaron la cabeza. Su derrotero. Por esa época la música se mezclaba con el estudio, pero también con el trabajo. El primero fue muy duro: en un reparto de querosén en un camión. Después siguieron otros. Fue taxista unos dos años y luego empezó a dar clases de guitarra en Montevideo, Colonia y San José. También fue arreglador, productor y crítico musical y de espectáculos en diversas publicaciones. Además, trabajó como copista de partituras para el Sodre, cuando se escribía para cada atril las notas a mano, con tinta china, perfectas.

Siempre vivió de la música. Lo que en los últimos años ganó fueron menos sobresaltos y altibajos, y poder elegir a qué decir que no con mayor libertad. Aunque con tantos amigos y conocidos, el "no" es algo que dista de ser fácil.

CANCIONES. Fue a los 20 o 21 años que Cabrera pasó de ser un aficionado a tomarse la música en serio. Su decisión no fue bien vista en su familia, que mostraba lejanía y frialdad frente a las manifestaciones artísticas. Lo contrario a lo que él sentía. "Tengo infinidad de intereses de todo tipo que no estaban presentes en mi mundo familiar. Los encontré gracias a mi curiosidad y a personas que fui conociendo".

Desde la infancia había tenido grupos, dúos, tríos, conjuntos. Por eso no puede determinar un momento en que su carrera pasó a ser profesional. Lo que sí es claro es que MonTRESvideo (1981), del trío del mismo nombre, fue su primer disco. Después, vino otro grupo, (y otro disco) Baldío (1983), mucho más eléctrico, con influencias beatleras y del jazz. A partir de 1984 es solista; ese año se edita El viento en la cara.

En el tiempo que transcurrió desde entonces Cabrera tocó con muchísima gente "de un nivel increíble". Concretó el sueño de poder conocer a quienes habían sido sus referentes, ídolos, personas que consideraba "en otro planeta" como Eduardo Mateo, Ruben Rada y Daniel Viglietti, y dio recitales con leyendas como Braulio López y Eduardo Darnauchans. Eso es parte del agradecimiento que manifiesta una y otra vez. También es un agradecido a los sellos discográficos, a los colegas, los medios de comunicación y sobre todo a la sociedad uruguaya, que le permitió desarrollarse como artista con absoluta libertad, aunque propusiera un producto que, él mismo admite, nunca fue del todo fácil.

Cree que su voz -que a él tampoco le gusta pero ama cantar- le jugó en contra durante años. Impidió que mucha gente escuchara una canción suya por segunda vez. El cantante, entonces, perjudicó al compositor, sostiene.

Ahora que es momento de balance Cabrera está satisfecho. Se define como un perfeccionista (pero no obsesivo), muy poco adepto a los sociales, semipasivo, un ser que tiene incorporada la aceptación. "Si el viento cambia para allá voy con el viento para allá. No tengo el orgullo ese de salirme con la mía".

Cabrera no se casó ni tuvo hijos. En eso influye el destino, la suerte y quizás el no tener facilidad para formar y mantener una pareja. Dice que no le pesa, puede que porque las experiencias que tuvo no fueron del todo buenas. De todos modos, es un terreno en el que "nunca se sabe" qué pueda suceder en el futuro, admite.

Hoy componer es lo que lo hace más feliz. Después siguen tocar y grabar. Para los años que vienen su deseo es hacer una "enorme cantidad de canciones", dar recitales - "lo más lindo que hay"- y grabar discos. Ya tiene compuestos temas para que haya discos suyos por 25 años más. Canciones le sobran, dice. Igual va a seguir creando. Es que el tiempo está después.

LLEGA INTRO, LOS POEMAS
En la casa de Fernando Cabrera, en Ciudad Vieja, hay portalápices por todos lados. Hay en el living, en el dormitorio, hasta en la cocina. Es que cuando viene una idea debe tener cómo anotarla. Al salir a la calle siempre lleva al menos una lapicera. Dónde anotar se consigue más fácil, dice. Y sonríe. Otra de las características de Cabrera. Sonríe mucho, con la boca y también con los ojos. La mayoría de las veces le viene a la mente primero una idea de una letra que su música. Puede estar meses trabajándola, corrigiéndola. La deja descansar unos días y la retoma. "Ese estado es para mí el más maravilloso de la vida", dice. Además de componer canciones, Cabrera escribe poemas desde los 12 o 13 años. Hasta ahora no se había animado a publicarlos (salvo unos pocos en el libro 56 canciones y un diálogo). Eso cambiará el 1° de septiembre cuando se edite Intro, un libro de 65 poemas de Cabrera, un lenguaje que le permite más libertad. Contiene además un DVD grabado en el mítico estudio Ion de Buenos Aires, con temas que recorren su extensa trayectoria. Intro será presentado el 1° y 2 de septiembre en el Teatro Solís. Además, prepara para el otoño un disco con temas nuevos.

SUS COSAS
Un orgullo
"Yo escucho MonTRESvideo hoy y me llena de orgullo, porque me parece tan peculiar, no se parece a nada; no se puede decir `es heredero de tal cosa`. Es increíble la armonía, las voces, la forma de tocar la guitarra", dice Cabrera de su primer disco. Es una excepción porque en general escucha sus obras muy cada tanto.

Un lugar
Fernando Cabrera vive en la Ciudad Vieja, en un apartamento con vista a la bahía y al Cerro de Montevideo. "Vivo en esa fantasía de que es el lugar fundacional donde todo se origina, me gusta mucho la historia. Ahora está todo lleno de edificios, pero yo veo como si estuviera todavía la península, juego con eso".

Una pasión
Cabrera es un lector nato, es su mayor entretenimiento, un verdadero disfrute. Leyó mucho literatura, tanto narrativa como poesía de diversos países, ciencias sociales, historia, ensayos, política y crítica literaria. "Ahora estoy leyendo, más bien estudiando, el tango desde sus comienzos", cuenta.

DEBORAH FRIEDMANN
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jueves, 5 de julio de 2012

"Me energiza el reconocimiento" Cabrera en Cordoba



Por Javier Mattio 05/07/2012 00:08
En plena revalorización "cantautoral", será un lujo tener al uruguayo Fernando Cabrera tocando por aquí, más que todo por el nexo gigante que él representa. Por un lado, conecta con la más auténtica y lejana cancionística uruguaya, aquella que repasa en Canciones propias, su último disco, en el que revisa con buen gusto temas de Rubén Rada, Eduardo Mateo o Alfredo Zitarrosa. Por otra, por su carácter de mito en la nueva camada de trovadores. Gabo Ferro, Liliana Herrero y Lucas Heredia, entre otros, lo versionan y reivindican.
Y además, y ante todo, porque Cabrera nunca tocó en Córdoba. El músico sólo estuvo acá una vez, allá lejos y hace tiempo. "Fui de visita hace años; estuve cinco días en 1985, tengo un recuerdo muy borroso", dice antes de tomar el avión en Montevideo. Así, Córdoba dejará de ser una nebulosa para él, a la vez que el público local podrá ver finalmente al cantautor, después de tantas leyendas y citas en su nombre. Para el show de hoy, promete un recorrido por todas sus épocas. "Voy a incorporar sólo una o dos canciones de Canciones propias, me voy a concentrar más en ofrecer un panorama de mi carrera y tocar algunos inéditos", redondea.
Se vuelve inevitable, de todas maneras, hablar sobre Canciones propias, capricho que nace de la paradoja de lo casual e inevitable, ese arcón de versiones que accidentalmente y no tanto van anexándose al repertorio de canciones "originales". Cabrera lo justifica así: "Siempre tuve una afición por los arreglos y por abordar temas ajenos, eso lo venía haciendo desde hace mucho. Con el tiempo se me fueron juntando las versiones hasta que dije '¿por qué no agregar un par más y hacer un disco?' Fue darme un gusto personal a partir de esos autores notables, que son un poco los pioneros de la canción uruguaya, que empezaron a componer hace 50 años, en los ’50 y principios de los ’60. Son canciones que me gustaban mucho, que me quedaban cómodas, y también otras que cantaba desde niño, que aprendí de chiquilín con mi profesor de guitarra o en el coro de la escuela. Fue un proceso natural, se fue dando la necesidad... Es el primer disco que edito que no tiene canciones mías".
Canciones propias puede apreciarse también como una breve enciclopedia, ya que en el texto interno cada letra va acompañada de una mini biografía de su autor. ¿Tuvo Cabrera un afán didáctico al hacerlo? "Me pareció una buena idea, de ellas se encargó un colega mío, Rubén Olivera, un gran cantautor que también tiene ese perfil musicológico de investigar y de publicar artículos en los medios sobre el pasado de la música. Recurrí a él para que el disco tuviera un valor extra de divulgación, le da un plus de utilidad".
Entre los autores versionados, llama la atención la ausencia de Jaime Roos. Cabrera explica esa omisión de manera sencilla: "La intención fue versionar a autores de la generación anterior a la mía, los iniciadores de la canción uruguaya. Jaime no entraba ahí, aunque a la vez rompí un poco esa regla con un par de compositores como Eduardo Darnauchans y Pablo Estramín, que son más jóvenes, ambos fallecidos. Un poco por capricho los incorporé, por amistad, por cariño, porque me gustan sus canciones. No pretendía para nada entrar en la generación de Jaime Roos que es también la mía, porque sino tendría que haber hecho un disco triple. Los músicos de mi generación son muchísimos y muy valiosos".
-¿Qué pensás de tu condición de mito, de secreto a voces?
-En la vida, difícilmente uno consigue lo que le gusta. Las cosas me pasan porque me pasan, yo no trabajo para el éxito, sólo hago música desde niño, compongo canciones, nunca le di importancia al ser de culto o masivo, de esas cuestiones no tengo la menor idea. Lo que te puedo decir es que en los últimos años me he sentido muy feliz, no sabés de qué manera, por el hecho de que muchos músicos jóvenes, uruguayos y argentinos, me versionan de manera tan copiosa, que me tengan en cuenta. Eso es increíble, me reafirman en lo que vengo haciendo, me da empuje. Y no sólo porque hagan mis canciones; todos estos músicos nuevos argentinos, cantautores, cancionistas, me buscan y reciben cada vez que voy allá, me invitan a sus casas, a comer asados, me dan un enorme cariño. Esa ganancia es tremenda.
-¿Cuál es tu opinión del éxito del rock uruguayo?
-Tengo mucha relación con el rock de Uruguay, soy el productor artístico de muchas bandas, el rock de acá es nutrido y fuerte. Los compositores de La Vela Puerca, No Te Va Gustar y El Cuarteto de Nos, o sea Sebastián Teysera, Emiliano Brancciari y Roberto Musso son, hoy por hoy, los principales autores de las canciones que todo el mundo escucha. No sólo aquí sino también en Argentina y otros países. Yo me inclino al género tanto por cuestiones profesionales como musicales y amistosas. Acá es sencillo ser amigo entre todos, en la música somos una gran familia, ya sea sinfónica, rock, tango o blues.
-Mujica anunció hace poco una ley de despenalización de la marihuana, ¿apoyás la moción?
-Yo no me iría tan rápidamente al concepto de progresismo en razón de la medida, es un tema muy complicado y merece un estudio profundo. Más que apurar una ley como ésta habría que llevar el tema a una discusión profunda en la que participen la mayor cantidad de actores posibles, y que se tomen el tiempo de debatir. No creo que sea tan positiva a priori una ley de legalización. Es un tema difícil y complejo, la marihuana también tiene su aspecto perjudicial, no son todas rosas, se ha demostrado que tiene cierto nivel cancerígeno, por ejemplo, y que altera algunas funciones mentales, genera cierta tendencia al abandono, pérdida de memoria. No tiene nada de malo mantener un consumo moderado o responsable, pero ser adicto no es una cosa que yo pueda recomendarle a nadie.

domingo, 1 de julio de 2012

Cabrera en Argentina

Proxima semana en vivo en Argentina:

Jueves 5: CORDOBA
Viernes 6: RAFAELA (Sta.Fe) . Ciclo Otras Voces
Sabado 7: Bs,As, Invitado del Negro Rada en el ND ATENEO

miércoles, 27 de junio de 2012

"La poesía permite jugar y yo me arriesgo"



"Intro" será un libro de 65 poemas inéditos de Fernando Cabrera con un DVD en la solapa. En las páginas, que llegarán a los lectores en julio, el cantautor deja volar su pluma sin el corsé de la música. Según expresó a El País, esta veta le permite ser "más experimental". En las imágenes cumple con un largo pedido: el registro de un concierto antológico solo con guitarra y voz, registrado en el mítico estudio Ion de Buenos Aires. "Me gusta que los discos sean orquestados, por eso hasta ahora no había grabado uno en este formato", explica. Su lugar en el mundo es Ciudad Vieja, y es en su casa donde tiene el rincón perfecto para encontrar inspiración.

ALEJANDRA VOLPI

-¿En qué se diferencia esta obra poética de lo que habitualmente escribe como cantautor?

-Yo escribo textos desde siempre, y en el año `92 publiqué un librito en Trilce con una entrevista de Alicia Migdal (56 canciones y un diálogo), en el que medio de contrabando incluí algunos poemas. Ahora se trata sólo de poesía. No es exactamente igual a lo que hago en las canciones pero tampoco es tan distinto. Sólo escribir me da otros permisos en el lenguaje, la forma, la estructura y los temas que toco. Puedo jugar más con la lengua, con las palabras y me arriesgo a cosas que pueden tener más de una lectura. En la canción popular, en cambio, hay que ser directo.

-¿De qué hablan esos textos?


-Algunos son más narrativos y desarrollan determinado tema. Hablo de cosas de otras épocas, de situaciones muy personales, de otras más genéricas y sociales, hay temas que le incumben a muchos y otros que son muy míos. Hay mucha invención, no es un trabajo autobiográfico. No es fácil de explicar.

-¿Disfruta de la rutina del escritor? ¿Cómo fue su proceso?

-Disfruto muchísimo. Es parecido a hacer canciones por el tiempo que me lleva y el proceso de corrección. Es eso de no estar conforme, de saber que ese día no voy a terminar, de encontrarme en un atolladero y guardar todo en una carpeta hasta que pase un tiempo, para después, cuando tres meses más adelante ya soy otro, volver a rescatarlo pero con soluciones nuevas en la mente. Yo puedo estar meses revisando un texto, modificando un término, un artículo.

-¿Es muy obsesivo?

-No sé, pero me gusta tanto el proceso que quizás lo alargo a propósito. Disfruto estar al lado de una ventana que da al sol con los papeles, la carpeta y la lapicera. Cuando me tranco paro para hacerme un mate o poner Clarín. Y luego retomo.

-¿Sólo escribe en su casa? ¿Nunca se inspiró en un bar?

-No, sólo en casa. Pero si se me ocurre una idea en un bar saco un papel y la anoto. Nunca tuve como método ir a un determinado lugar porque no me gusta que me vean. Yo soy muy pudoroso, tengo problemas con la mirada ajena, cuando me miran me pongo muy incómodo, y más si estoy haciendo algo tan mío, tan propio como componer o escribir un texto.

-¿Y cómo hace en el escenario cuando tiene tantos ojos encima?

-Me costó años. Siempre fui tímido, lo que pasa que en el escenario te olvidás de todo. Está el velo negro, desaparece el público y todo alrededor mientras dura la actuación. Pero si lo pienso me muero de vergüenza. Me incomoda ir por la calle y que me miren, me pasa desde niño y no sé por qué.

-¿Entonces cuando le piden un autógrafo se siente incómodo?

-Eso del abordaje de la gente me sucede más ahora y lejos de molestarme me da una enorme satisfacción. Cuando alguien me saluda o me felicita a mí me cambia el humor, me emociona porque no creo que haya nada más lindo. Los uruguayos somos mezquinos en ese sentido, no solemos felicitar a otros por su trabajo.

-Alicia Migdal hablaba de "una belleza antiescénica" en su postura en vivo. ¿Se considera antiescénico?

-Sí, porque no tengo la menor cultura escénica, no sé cómo moverme, cómo entrar en el escenario, cómo hacer el gesto para que éste sea efectivo. Me acuerdo que Darnauchans tenía eso y muchas veces me explicaba. Recurrí siempre, por timidez y por falta de herramientas, a ser una estaca en el palco, parado o sentado en una silla sin hacer nada, sólo abro la boca para cantar y toco la guitarra. Nunca tuve la naturalidad del que camina por el escenario, del que hace cantar al público. ¡Nunca lo hice y no lo haría!, (se ríe). No soy el que anima el asado y cuenta los chistes. A mí me resulta funcional y no me disgusta.

-¿Esa actitud escénica le gusta también en los otros?

-Me acuerdo claramente que vi en el año 73, en el Teatro El Galpón, al quinteto de Astor Piazzolla. Yo tenía 16 años, era fanático mal y por primera vez lo tenía ahí delante. Entraban los cinco, cada uno se ubicaba en su lugar, tocaban y te arrancaban la cabeza. Cada tres temas o cuatro apenas hablaba Piazzolla refiriéndose al repertorio. Terminó, agradeció y se fue. No precisaban pantallas gigantes, luces ni humo. Me gusta que la gente no se distraiga con otras cosas, prefiero que escuche cada palabra, cada nota. No quiero correr como Mick Jagger por el escenario.

-¿Ha ganado en libertad con los años?

-Interiormente nada ha cambiado. Me siento más seguro pero por la acumulación de experiencia, le pasaría lo mismo a un chofer o a un abogado. En mis comienzos haciendo música me sentía libre y hoy 35 años después también. Nada cambió. Mi actitud es la misma. Lo que propongo es lo mismo, nada se interpone entre mi idea y el disco o el espectáculo.

-¿Hoy busca simplificar más que ir por lo complejo?

-Exactamente. Busco ser menos complejo porque arranqué siendo muy complejo. Yo creía que esa era la posta, que había que parecer raro y que lo simple estaba mal. Calificaba mal lo simple, como si fuera equivalente a malo. Pero estaba muy equivocado, tenía un modo de analizar la cosa totalmente errónea, producto de una larga cantidad de razones que no vienen al caso. Tardé como treinta años lamentablemente en darme cuenta que la simpleza en la canción popular es un valor. Tenés que tratar de que todos te entiendan, el intelectual y el que no tiene armas intelectuales. Quizás entré en la complejidad porque engañosamente es más fácil. Poner una capa sobre otra y ser barroco es más simple. Lo difícil es encontrar la fórmula de lo sencillo junto con la hondura y la emoción, y que te pegue en el pecho. Esa es la clave de la canción popular. Eso es Dino, Ruben Lena, José Carbajal y Zitarrosa.

-En cambio, el dúo Los Olimareños le resulta complejo.

-Sí, son muy originales. Son una cosa increíble. Me extraña que no haya un relevamiento, ni estudios sobre lo que han hecho con las guitarras y las voces, a cargo de algún musicólogo, periodista o investigador. Bueno, ¡en este país no hay un libro sobre Rada!, parece que a nadie se le ocurre analizar su obra.

Un estudioso del tango y de Carlos Gardel con dos proyectos musicales en desarrollo

En un bar de Ciudad Vieja Cabrera dialogó con El País mientras comía una curiosa combinación de panchos con tomate y huevo duro. Toda su vida ha sido un gran lector pero en esta etapa la ficción lo aburre, dice, sin tomar un sorbo de agua. "Ahora leo ensayos sobre historia, ciencias sociales o música. Me pasa igual que con el cine, ya no me cuelga tanto ver películas de ficción. Prefiero los documentales".

Si de estudiar se trata, Cabrera entró de lleno en las distintas etapas y autores que atravesó el tango rioplatense desde su inicio. Con minuciosidad académica, estaría en condiciones de dar charlas sobre el rubro si quisiera, porque además posee un máster en Carlos Gardel. "Lo de Gardel es una maravilla, no sólo su voz, sino su repertorio: él dejó más de 900 temas grabados en apenas veinte años", reseña.

Sin embargo, el artista nunca pudo aprender sus canciones de memoria y por eso siempre tiene delante un atril, "no es por mero romanticismo". Tampoco podría recitar uno de los poemas de Intro sin tener el libro delante. En la actualidad está enfocado en otros dos proyectos. Trabaja en la banda sonora de la película Por un tiempo, que dirige Gustavo Garzón y produce el uruguayo Daniel Hendler. Un oficio que anteriormente ensayó para tres obras de Pablo Dotta, entre ellas El dirigible.

También ultima detalles de su próximo disco con material inédito -aún sin título- que constará de 16 canciones. Las grabó acompañado por su quinteto estable y según adelanta está marcado por el riesgo: "hay cosas nuevas ahí, no es algo estándar ni predecible".

El País Digital