miércoles, 14 de septiembre de 2011

Nocetti-Cabrera: Tierra de Gigantes

El más importante cantor uruguayo de Julio Sosa para acá, y el compositor más poderoso de la música popular uruguaya reciente, juntos.



Por: Elbio Rodríguez Barilari

Gustavo Nocetti era nuestro último gran cantor de tangos. Hasta que salió del escenario de la vida de manera trágica. Y con la aceleración típica de todos sus quehaceres.

La figura de Fernando Cabrera se agiganta, sin prisa y sin pausa, como el más importante compositor popular de las últimas décadas. Su influencia sobre las siguientes generaciones es tremenda. Y benéfica.

En 1986 la gente de Joventango quería grabar un disco de Nocetti. Y éste, siempre inquieto y amigo de correr riesgos artísticos, se puso a buscar un arreglador capaz de sacudir las rutinas del género.

Nos juntamos para un café vespertino en la esquina de El País. Me contó del proyecto y me preguntó quién podía arreglar un proyecto así. Yo le dije sin dudar: Fernando Cabrera.

Es que en aquellos años, tanto Cabrera como yo éramos tangueros íntimos, subterráneos. Nadie nos identificaba con esa música. Aunque nosotros peregrinábamos detrás de Horacio Salgan, de Pugliese, de Piazzolla, cada vez que esos gigantes se ponían a tiro.

Cuando yo le repito, porfiado, "el Cabrera", Nocetti hace una pausa dramática, muy suya, y me dice: "Sos la tercera persona que me sugiere a Fernando". Comentamos un poco sobre el repertorio, recuerdo que me atreví a recomendarle Tristecitas Montevideanas, de mi admirado Jorge Bonaldi.

La siguiente noticia que tuve vino en la forma de un disco que me llego a la redacción de El País.

Hoy, más de veinte años después, el sello Ayuí reedita éste material, elevado a la jerarquía de documento histórico.

Cuando Gustavo y Fernando se juntaron, se sacaron chispas de talento y el voltaje emocional trepo a alturas vertiginosas.

En estos once surcos, Gustavo canta como casi nunca. Y uno no puede dejar de pensar en todo lo que nos robó la tragedia de la rambla. Cabrera estaba en uno de los picos de su carrera. Este CD incluye uno de los grandes temas de Fernando, la milonga intitulada Méritos y Merecimientos, donde los dos protagonistas cantan juntos. Salvo la presencia de Edison Bordón en el bandoneón, el resto del equipo es más música popular uruguaya, que tango: Recagno en el bajo, Etchenique en la batería, Goicoehea en el piano.

El color sonoro, la tímbrica que le dicen, tampoco es tanguera. Frecuentemente Cabrera toca una guitarra de cuerdas de acero con pedales de efecto, especialmente chorus y flanger, como para un disco de Darnauchans. Pero los arreglos tienen una increíble vivacidad rítmica y al mismo tiempo le dan a Nocetti un enorme espacio para expandir los límites de su expresividad en esos paisajes sonoros tan típicos del pincel de Cabrera.

Cabrera incluso extrajo un candombe beat de un tema de Baglietto y Fito Páez, intitulado La Música del Río de la Plata, que así condimentado queda mucho más sabroso que el original. Este tema no suena a tango ni por las tapas… pero Nocetti se sale del género típico con olímpica autoridad. Somos los ilusos, de Chico Novarro tiene ese ritmo pop un poco molesto que tanto él como Eladia Blázquez le sobrepusieron al tango en los años setenta. Pero Cabrera y Etchenique salen al rescate dándole un toque milonguero-candombero que lo depura.La inclusión de dos tangos con textos del poeta argentino Héctor Negro, para mí muy superior a la Blázquez, Novarro o Ferrer como letrista de tango, es otro indicio de buen gusto. Completado con páginas escogidas de Manzi, de los Expósito, la Walsh, y mi predilecta, aquellas Tristecitas Montevideanas de Bonaldi.

En fin, un CD para atesorar, para enroscarse oyéndolo y meditar en lo afortunados que hemos sido de tener a Nocetti entre nosotros, hasta aquella noche trágica. Y de que Cabrera siga ahí, con todos sus méritos y merecimientos en plena erupción.

barilarius@yahoo.com

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