martes, 21 de abril de 2009

"Ámbitos": La histórica unión de dos creadores fundamentales

 
Sale el disco que rescata un memorable concierto en el Teatro Solís

ALEXANDER LALUZ
En el principio fue un sueño. Después, un desafío. Y en septiembre de 1990, fue una realidad que superó todas las expectativas: Eduardo Darnauchans y Fernando Cabrera realizaban las dos funciones de Ámbitos con el teatro Solís a pleno.

Una reunión memorable que, además de haber marcado un antes y un después en las carreras de ambos creadores, se convirtió en un hito en la historia de nuestra música popular. ¿Qué más se podría agregar sin caer en lo obvio? Quizás nada más. Ámbitos fue una poderosa síntesis poético-musical que, desde lo mínimo, lo sutil, desbordó límites estilísticos y homenajeó a la comunicación estética.

O, quizás ahora se podría remitir a este valioso documento que acaba de lanzar el sello Ayuí: el disco Darnauchans & Cabrera: Ámbitos. Una edición por demás elocuente y sensible que devuelve la emoción única que provocaron aquellos conciertos de 1990. Y con esto sí bastaría: la escucha nunca podrá ser sustituida por un vano ejercicio de palabras.
No obstante, es bueno recordar que parte de la historia de aquel Ámbitos seguía abierta hasta hace poco tiempo. Hoy, y sobre todo con la edición de este disco, ya puede asumirse como una etapa cerrada, con muchas de sus cuentas saldadas.

el encuentro. "Cuando hicimos este espectáculo en el Solís, con Eduardo (Darnauchans) ya teníamos diez años de amistad y colaboraciones", recuerda Fernando Cabrera. Y agrega: "Allí nos encontramos como dos solistas ya encaminados". Él ya había pasado por varias etapas: su participación en los grupos MonTRESvideo y Baldío, la grabación de cuatro discos solistas (El viento en la cara, Autoblues, Buzos azules, El tiempo está después) y uno junto a Eduardo Mateo (Mateo & Cabrera, de 1987). Y Darnauchans, un año antes de Ámbitos, había editado El trigo de la luna (1989), el sexto disco de su carrera como solista. En síntesis, dos trayectorias que estaban en pleno apogeo y con muchos afectos, búsquedas estéticas y preocupaciones musicales en común.

Esta cercana relación prolonga sus raíces hasta la adolescencia de Cabrera. "Yo tenía 15 o 16 años -comenta Cabrera- y ya escuchaba al Darno en la radio. Y para mí ya era un músico admirable". Poco tiempo después, y gracias a varios amigos en común, se produjo el encuentro y la inmediata afirmación del lazo afectivo. "Creo que el mérito era principalmente de Eduardo. Para mí era muy sencillo tener ganas de estar con él, era una persona fascinante, brillante en lo que hacía, y de una gran generosidad". Y, según Cabrera, la mejor prueba de esa generosidad fue la invitación a participar como arreglador en el disco Zurcidor (1981). "Teniendo veinte y pocos años, Darno me concedió el honor de trabajar con él, y junto a Bernardo Aguerre y Andrés Recagno, en un disco de cambio. Fue su cuarto disco, y el siguiente a la maravilla de Sansueña".

1990. Para el escritor Víctor Cunha, uno de los artífices de Ámbitos, el teatro Solís era el lugar al que Darnauchans y Cabrera tenían que llegar. Hasta el momento, los proyectos que habían compartido los circunscribían al estudio de grabación. Faltaba un nuevo paso: tocar juntos en vivo. Y en aquel momento, hacia fines de la década de 1980, el mayor desafío era este histórico escenario.

El primer intento fue en 1989, pero no se pudo concretar. El teatro Solís estaba renovando su equipamiento de luces y sonido, y la fecha que en principio se había acordado con Thomas Lowy, entonces director de Cultura de la Intendencia, quedó pendiente para el año siguiente. Y así fue.

"Creo que Eduardo y Fernando no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo", apunta Cunha. "Decidieron tocar juntos para sumar públicos", y finalmente llenaron las dos funciones (el miércoles 12 y martes 18 de septiembre). E incluso había surgido la posibilidad de una tercera fecha, a la semana siguiente, que, según Cunha, el teatro no se arriesgó a confirmar.

No obstante, esas dos funciones alcanzaron para que Ámbitos se ubicara en un sitial de privilegio en nuestra historia musical. Las razones ya las conocemos: el notable equilibrio y refinamiento musical que tuvieron las performances de los dos solistas y los músicos que los acompañaron (Carlos Da Silveira, Bernardo Aguerre, Mariana Ingold y Osvaldo Fattoruso), y la compleja puesta en escena que superponía unos cuantos espacios y planos de acción.

Como era previsible, muchos esperaron la edición de un disco con todo ese material. Pero, como sentenció Cabrera a lo largo de estos 18 años que nos separan de aquél Ámbitos: los conciertos no se habían grabado con fines de edición. A lo que agrega: "en aquel momento yo ni siquiera me enteré que se había grabado. Después supe que el técnico Oscar Pessano había sacado un cable de la consola y lo envió a un grabador de casete", pero en ningún momento "pensamos que eso se podía editar".

Ese registro, sin embargo, era para algunos, como Víctor Cunha y Gerardo Grieco, por aquel entonces representante de Darnauchans, un documento que debía llegar al disco. Y durante todos estos años trataron de convencer a Cabrera de que autorizara la edición, cosa que hasta este año no ocurrió. Lo que sucedió también ya se sabe: la circulación de miles de copias "piratas", tomadas de aquel casete grabado por Pessano. Las discrepancias, el disgusto de unos y de otros, era previsible. Hoy las diferencias parecen zanjadas. El disco Darnauchans & Cabrera. Ámbitos (2008), cierra la historia como un documento y un homenaje de Cabrera hacia Darnauchans, su maestro.

"Yo lo admiraba desde mucho antes de convertirme en músico"
FERNANDO CABRERA (*)
"Ámbitos fue grabado en casete por Oscar Pessano sólo con fines de documentación personal, en el momento que hacía el sonido en vivo. De esos casetes extrajimos el sonido que hoy ustedes escuchan, con las debidas o posibles mejoras técnicas que el mismo Pessano y yo aplicamos en su estudio 10 años después. El trabajo fue arduo, pero emocionado y amoroso. No encuentro en la cuantiosa música popular uruguaya, melodías como las de Darnauchans. Pero sería injusto no reparar también en su riquísima elaboración armónica, sobre todo a partir del cuarto disco, Zurcidor. Y dejo para el final el elogio de sus facetas más reconocidas: la voz y las letras. En este recital hay pruebas de esas excelencia".

"Tres años mayor, Eduardo tenía ya una carrera cuando yo comenzaba en la canción uruguaya. Al igual que Jorge Galemire -su notable colaborador en Sansueña- me dio consejos, confianza y amistad. Me hace feliz que su influencia está en mí y aparecerá explícita o no cada vez que componga o interprete una canción".

(*) Parte de un texto inédito que el músico escribió para la edición del disco y que finalmente no fuera incluido. Queda claro su homenaje a un maestro.

La unidad conceptual y expresiva como signos de identidad
En el disco Ámbitos todo suena con singular precisión. Incluso en esos mínimos defasajes que hacen al "swing" y a la sutileza expresiva. Nada parece estar demás. Nada parece faltarle. Fernando Cabrera conmueve con su filosa voz, y corta el aire con angulosos contornos melódicos. Darnauchans carga con todo su pulso poético, su riesgo, y disfruta -por qué buscar otra descripción- ese notable momento que vivía hacia 1990. La banda que los acompaña no va a menos. Bernardo Aguerre y Carlos Da Silveira aportan a los arreglos, la inteligencia de sus toques guitarrísticos. La voz y el teclado de Mariana Ingold se mantienen en un ámbito mínimo de delicadeza y precisión. Y lo mismo ocurre con Osvaldo Fattoruso en batería: equilibra el conjunto, no desborda y se juega al apoyo tímbrico de las líneas vocales. Otro aspecto destacable de esta obra es el minucioso trabajo de edición que realizaron Cabrera y Oscar Pessano, a partir de una digitalización, realizada en el año 2000, de aquella grabación en casete con las dos funciones de Ámbitos, más otras muestras analógicas. El resultado es notable, y potencia la unidad estética de este valioso documento histórico.
El País Digital

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