sábado, 29 de enero de 2011

"Voy a desempolvar viejas canciones" (Cabrera en E Guambia)



El próximo jueves iniciará un ciclo en Espacio Guambia junto a Juan Pablo Chapital. Una experiencia, contó, que le permitió reencontrarse con uno de sus mayores placeres musicales: tocar a dúo con otro guitarrista. El próximo 5 marzo actuará en el Festival de Medio y Medio, en Punta Ballena, con "Pitufo" Lombardo y Ana Prada como invitados, y un repertorio con algunas sorpresas tangueras. Y ya trajo a los ensayos varias composiciones nuevas, algunas de ellas muy recientes. Preciso, entusiasmado, Cabrera habló sobre estos recitales con El País, así como de sus planes para este año, el Bicentenario, Gardel, un futuro disco y las ventas de "Canciones propias".

A. laluz

-Este ciclo, que se estrenará la semana que viene, tiene un signo distintivo y a la vez novedoso: el dúo con el guitarrista Juan Pablo Chapital…

-En realidad es largo de explicar, pero desde hace años que siento una carencia: tocar a dúo con otro guitarrista, que es una de las cosas que más feliz me hace en la vida. Y vaya uno a saber por qué se fue demorando eso... quizás porque no encontré el compañero adecuado… igual estoy contentísimo con la banda con la que vengo tocando desde hace años. Pero la cosa es que pasaron como 15 o 20 años sin hacer esto que hice desde la infancia y que me encanta.

-¿Y cómo surgió la idea de invitar a Chapital?

-Se me ocurrió llamarlo de un día para el otro, sin meditarlo mucho. Yo ya conocía su trabajo desde hace años. Él estaba radicado en Argentina, donde tocó con varios grandes, desde Mariana Baraj a Javier Malosetti, y su sonido ha evolucionado mucho. Tiene, además, una paleta de lenguajes, de visiones musicales diferentes que lo hacen un guitarrista muy versátil. Hace unos meses volvió a Uruguay para quedarse... y se me ocurrió llamarlo. Hicimos unos ensayos previos y la conexión fue notable e inmediata; luego veré qué haré con él en el futuro, quizás lo integre a mi banda grande para seguir desarrollando las posibilidades de un dúo de guitarras eléctricas.

-¿Qué características tendrá el repertorio de canciones?

-Bueno, este encuentro me permitió muchas cosas. Una, que voy desempolvar viejas canciones que hace muchos años dejé de cantar, por ejemplo de Autoblues, Buzos azules, creaciones con una impronta más eléctrica, y de otros discos posteriores. También voy a hacer varios estrenos, incluso algunos temas que compuse a principios de este año y muchos que hice en este último tiempo.

-¿Ya tendría entonces material suficiente para ir pensando en un próximo disco?

-Está en mis planes, pero hay que darle tiempo al tiempo. Tengo muchos temas e incluso tengo ganas de que sea un disco doble, pero hay que pensarlo, no sé cómo estará la industria discográfica cuando llegue ese momento. Estamos en una época que la gente quiere todo cortito, fragmentado, de rápida digestión… Ahora estoy trabajando en varios proyectos y, además, hace relativamente poco que salió Canciones propias.

-¿Incluirá algunas canciones de este último trabajo en estos conciertos?

-No, ahora ese repertorio quedará a la espera de la presentación más formal que haremos dentro de unos meses, en una sala grande de Montevideo.

-¿Ya están definidas la fecha y la sala para esa presentación?

-Todavía estamos ajustando fechas, pero seguro que será en abril. Tenemos avanzadas las conversaciones con una sala importante, muy conocida, y también hay una segunda en la manga, como se dice. Pero todavía no puedo adelantar nada porque estamos en plenas negociaciones.

-Desde su salida, a fines del año pasado, el disco se ha vendido muy bien…

-Sé que se agotó una primera tirada y ya está muy avanzada la segunda. Y el año pasado también se vendió mucho Ámbitos, el disco que recuperó aquel histórico recital con Eduardo Darnauchans en el Solís. Pero no quiero atosigar a la gente, porque no soy un gran vendedor y sacar un disco detrás del otro no es bueno.

-Para comienzos de marzo tiene reservada una fecha en el Festival de Medio y Medio, en Punta Ballena. ¿Cuál será la propuesta de este show?

-Allá voy a ir con un cuarteto, en el que están Chapital, Federico Righi y Ricardo Gómez. Además voy a tener dos invitados: Edú Lombardo y Ana Prada. Y el repertorio tendrá canciones mías, de Edú y Ana, y también de Gardel.

-Un gardeliano volviendo a las raíces...

-Yo con Gardel estoy todo el día. No es que lo escuche solamente... a Gradel lo estudio desde hace años. A él, su voz, sus repertorios, sus guitarristas… Es un reservorio del repertorio del Río de la Plata. Es fabuloso, todos componían para él.

-¿Serían versiones en la misma la línea planteada en Canciones propias?

-Estoy haciendo unos arreglos con ese mismo concepto. Hago mezclas, tomo partes de una canción y las junto con otras, les cambio la atmósfera. Es un trabajo de desarmar las canciones para volverlas a armar.

-El tango es un tema al que le ha dedicado mucho tiempo de estudio, ¿sigue siendo así?

-Estoy estudiando mucho el tango, y no uso la palabra estudiar en vano. Estoy arrancando de los orígenes mismos, Canaro, Cobián, y sigo para adelante, la década del 20. Cada vez me meto más y es un mundo. Pero Gardel está en primer lugar. Cuando te metés en algo así, después, casi naturalmente, surgen las ganas de versionar, tal como ocurrió como me pasó con las canciones de otros autores uruguayos que integraron mi último disco.

-¿Qué otros proyectos tiene pensado llevar adelante este año?

-También estoy con varias ideas relacionadas con los festejos de nuestro Bicentenario. Una de ellas junto a Washington Carrasco y Cristina Fernández, que será muy linda. Es una antigua obra de Washington relacionada con el artiguismo, una creación conceptual, que fue lo primero que hizo allá por 1968, en Sondor, que tiene recitantes, canciones, partes instrumentales... una maravilla. Hay, por otro lado, otros proyectos para desarrollar con embajadas en el exterior. Pero todo esto, por ahora, está en vías de definición y de instrumentación.
Deconstruir para volver a construir

A fines del año pasado, el lanzamiento de Canciones propias reveló otra faceta de Fernando Cabrera: su inteligencia y sensibilidad para trabajar con creaciones de otros compositores uruguayos, en un plan de deconstruir para volver a construir. Este material, afirmó, no es un homenaje ni un rescate, o un trabajo de arquelogía musical, sino una forma de subrayar la vigencia estética, estilística, que tienen las obras de autores como Zitarrosa, Mateo, Sampayo, Darnauchans, Rada o Dino.

viernes, 28 de enero de 2011

Entrevista en El Espectador



Fernando Cabrera participó en la escena nacional desde sus facetas de guitarrista, cantante, compositor, productor y hasta poeta. En su visita a El Espectador habló sobre su trayectoria y su último disco de versiones, Canciones propias.





martes, 25 de enero de 2011

Cabrereadas ( La diaria)



Cabrereadas

Con "Canciones propias" recién editado, el músico habla de su entorno, de sus raíces, la pobreza y el apoyo estatal a la cultura.

Cualquier excusa es buena para conversar con uno de los mayores compositores uruguayos en actividad, pero si además hay un disco en el que Cabrera relega esta función para interpretar temas ajenos, el interés es doble y renovado. En medio del calor montevideano de enero tuvimos una charla en la que Cabrera respondió tanto como preguntó acerca del sentido de escribir e interpretar canciones en este país de músicos.

-En la tapa de Canciones propias hay una caricatura tuya y de los músicos.

-No, no estoy. Todo el mundo me dice lo mismo. Esa caricatura salió hace dos o tres años en Brecha, en un artículo sobre la minoridad. Un hermoso dibujo de Ombú, un amigo al que admiro mucho; y a mí me gustó mucho ese dibujo, ya que, si bien representaba la problemática de la adolescencia -obviamente de clase baja y marginal-, el dibujo tenía una dignidad muy linda. No es una cosa que digas “están todos reventados, la ropa hecha bolsa, están fumando pasta base”, no; tiene dignidad, son rostros de adolescentes que están mirando, no sé, el futuro, que están con expectativas, están serios pero no están reventados. Me pareció mágico el dibujo y lo recorté y lo guardé, como para pegarlo en la heladera. Y a los dos años, cuando salió la idea de hacer este proyecto -que juega con la idea del pasado-, en mi mente se unió con el dibujo, con éstos que son el futuro -no nos olvidemos de que en Uruguay más de 50% de los nacimientos están por debajo de la franja de la pobreza-, y en mi cerebro me hizo click y dije “ésta es la tapa del disco”. Sé que hay uno que se parece a mí, y hasta yo me di cuenta después. Lo mismo el título, me han dicho “qué bien que la pensaste, la ironía...”; no, la verdad es que se me apareció esa frase y por primera vez en mi vida no estuve haciendo listas de cuatrocientos títulos. Es la primera que se me apareció y la última: “Canciones propias”, y no elaboré la ironía ni nada, cayó la frase y ya está. El otro título sobre el que no tuve dudas fue el de El viento en la cara, que no es mío. Se le ocurrió a Mayra Hugo, una amiga cantante que estaba en el grupo Travesía, escuchando ese tema que habla de ciclismo y todo eso y me dijo: “Pah, Cabrera, escuchando este tema parece que tuvieras el viento en la cara”. Yo tenía otro título, pero “El viento en la cara” me pareció brillante y se lo afané.

-Me contabas que fuiste a componer a Buenos Aires. En los últimos años ha habido allá un descubrimiento de tu trabajo.

-Sí, entre los músicos y los medios tengo como un enamoramiento. Cada vez que vuelvo de Buenos Aires me quedo helado. Hay una tendencia, miran para acá como locos, viajan para ver la música uruguaya, vienen a ver el Carnaval. A lo de antes, a Jaime y todo eso, pero también a los jóvenes de acá, a los del rock, a las chicas, a Ana Prada, Samantha Navarro, Maia Castro, a todo... Ves en Buenos Aires carteles que ocupan una cuadra anunciando a Falta y Resto.

-Hablando de eso, en tu trabajo siempre has mostrado un interés por investigar el background musical uruguayo, pero a la música de carnaval nunca te aproximaste, ¿no?

-Me aproximo como consumidor, como oyente. Nunca me animé mucho a hacerlo yo, ni a la parte candombera ni murguística. Por varias razones, algunas musicales y técnicas y otras genéricas. Entre estas últimas, porque considero que el rubro está suficientemente representado; habiendo ya Rada, Jaime Roos, Mateo, Mauricio Ubal, que han trabajado con esos materiales, las murgas mismas, la gente del candombe, consideré siempre innecesario que yo me sumara a eso habiendo otras zonas de nuestra cultura musical muy desatendidas. Y que contaban, además, con mi mayor preferencia en cuanto a gustos.

-En el disco rescataste algunas canciones de folclore que para un montevideano pueden ser más bien desconocidas.

-¿Desconocidas, decís? Bueno, hace un tiempo no tanto. Esas canciones fueron todas hits acá, son desconocidas ahora. Razón por la cual tal vez quise hacer esto, pero no son canciones desconocidas, para cualquier persona de mi edad esas canciones son clásicos, no son “la rara” del disco. Los 60 acá fueron muy bravos; la música del Uruguay en los 60 y los primeros 70... Es una preocupación que yo tengo, a veces hablo con estudiantes de musicología, periodistas, y les digo que hace falta mucha investigación y rescate de todo eso. Acá no hay un libro sobre Los Olimareños, sobre las voces y las guitarras de Los Olimareños, y es una magia absoluta. No hay un libro sobre Rada, y puedo seguir nombrando. Y guarda, que no estamos hablando sobre Egipto, sobre algo que pasó hace 2.000 años. Esto fue ayer, fue hace cuarenta años. Cuarenta años, ¿no es contemporáneo? Dejémonos de joder con esa onda de “antes que yo no existía nada”. El parricidio tiene una lógica dentro de la evolución humana, pero esto no es parricidio. ¿Es tan lógico pensar que lo que pasó hace treinta años ya no tiene ningún lugar en una sociedad? ¿Es sano eso, esa falta de diálogo? Entonces tendríamos que pensar que Los Estómagos y Los Traidores ya no existen, son parte del pasado...

-Bueno, puede ser que ya haya generaciones para las cuales no existan.

-Pero no es así. Y viniendo más acá, algo que tiene cinco años ya no existe. Uno de mis planteos es que yo no estoy rescatando nada. Se ha usado mucho la palabra “rescate” con respecto a este disco. Como actitud o como una búsqueda arqueológica. No, yo estoy dialogando con estas canciones, están en mí, están desde mi infancia. Pero hay algo que dice que esa franja no sirve. Es una perversión del capitalismo, me parece, en ese parricidio. Arriesgo, yo no soy un teórico de nada y puedo estar diciendo un disparate, pero, ¿por qué tiene que ser más importante tener 25 años que 40 o que 12? Creo que todo es importante.

-Puede ser que el músico más joven sea más maleable, que sea más fácil venderle.

-Hoy. Y no todos: la mayoría. Y no tiene por qué ser así, hay muchos ejemplos de gente que hizo cosas importantísimas a los 20 o 25 años y fueron tremendamente rebeldes y libertarios en el mejor sentido posible. Y nadie los cambió. Eso pasó en Brasil y en el mundo entero en la década de los 60 y el mundo tuvo que acatar a los Beatles, a Hendrix, a los Stones y a Caetano, y tenían 23 años. Hoy es más manejable porque los jóvenes están más sujetos a eso.

-La selección de los temas del disco es esencialmente de hits de esos autores. ¿Eso fue ex profeso?

-No, yo elegí los temas que me quedaban cómodos. Los temas que te permiten aplicar una idea arreglística que ya tenés independientemente del tema. ¿Me explico? Tenés una idea, una sucesión armónica o un ritmo, y encontrás el tema justo en que podés aplicar eso. No en todos, pero en unos cuantos me pasó eso. Además de que son todas buenas canciones, vamos a entendernos...

-Tenía la impresión de que habías elegido temas que justamente eran muy populares para darles un tratamiento que no era necesariamente popular.

-No, eso no es a propósito. El tratamiento que les doy es el que me sale. Eso es un tema interesante; no hay tanto razonamiento a la hora de elegir un tema, hacer un arreglo o cantar de un modo. No pasa tanto por la razón, ahí pasa ese misterio tan difícil de definir que es eso que te pasa por adentro, que no definís con la razón. No es que yo quise hacer tal planteo, que yo quise rescatar... Yo no quise hacer nada, son canciones que me gustan, que me encanta hacer y que se fueron desarrollando en mi cabeza. Esto no es algo que hice en tres meses, la de Zitarrosa la vengo haciendo desde hace diez años, la de Darnauchans también; cuando se me juntaron quince o dieciséis vi que estaba en la hora de hacer un disco. No hay mucho razonamiento: el gusto también existe en un profesional. Te acordás de cuando la escuchaste en la radio. Yo hice dieciséis, pero de ese período se podrían haber hecho trescientas. El criterio de selección no es calificatorio, también entra lo subjetivo, el “porque sí”.

-Vos sos un tipo que sobre todo ha sido reconocido como compositor. Hacer un disco así, ¿no es una forma de mostrarse como intérprete?

-Es sí, lo es; tenés razón. Pero acá también hay un tema interesante: el arreglo, ¿no es una composición también?

-Por supuesto.

-Pensá en arreglos que vos conozcas de alguien que versionó a alguien que a vos te gusta. ¿No hay una actitud creativa? Entonces el compositor no está ausente tampoco; yo estoy recomponiendo a veces. Es un tema muy loco el del arreglo.

-Volviendo a lo de intérprete, en el disco la voz está bien al frente y da la impresión de que estuvieras pensando cada palabra en su significado pleno.

-En cada una de las palabras, cada una de las sílabas y cada una de las letras, si me permitís exagerar. Me parece elemental, no creo que ningún cantante pueda ser ajeno a esa posición. ¿Quién puede cantar sin pensar en lo que dice la letra?

-Yo creo que hoy en día hay un predominio de la potencia y el registro sobre el significado. Puede ser que en Uruguay no tanto, pero Uruguay es una escuela muy particular de cantantes.

-Puede ser. Yo vengo de una tradición, que es la uruguaya, justamente, en que la palabra... en que la canción es la canción. Significa. Siempre. No pasás por arriba como si nada. Y creo que en particular, en los últimos años, mi interior musical se ha vuelto un poco más intérprete. De mis propias cosas, me refiero, en lo vocal. Y también en lo guitarrístico: trato de estar más por dentro de lo que estoy diciendo o tocando, y que haya una expresividad, que no sea cantar automáticamente. Es un proceso largo, de años, y creo que sin darme cuenta fui interiorizándome más, tanto en la melodía como en la letra. Antes era más mecánico, más lineal, mandaba lo que había compuesto tal cual, y ahora me parece que tengo más libertad. Me encontré más con el fraseo, con mi voz, con la guitarra, con la dinámica y matices.

-En una entrevista reciente que te hicieron en Brecha decías algo como que estabas revalorizando lo popular en contraposición a la escuela más rara y académica de la música uruguaya, es decir, Lazaroff, Maslíah...

-Quedó un poco radical esa declaración. Ojo, yo no abjuro de eso.

-¿Pero no hay como una vuelta? Tengo la impresión de que tus primeros discos eran más accesibles, de que en el medio experimentaste más y de que ahora estás volviendo un poco a lo de antes.

-¿Te parece? Mirá que yo arranqué con Montresvideo, con Baldío, que para mí son cosas muy radicales y jugadas. El disco de Montresvideo no se parece a nada que hubiera en ese momento. Ahí había una actitud de riesgo que siempre tuve y que -de nuevo- te digo que no es racional. Es lo que viene conmigo. Una actitud de que para mí vale la pena hacer música saliéndose del mainstream, de los códigos, es algo que es natural, no forzado. Y que también es uruguayo. Pensá en Los Olimareños, en Viglietti, en Zitarrosa, ¿a quién se parecen? ¿A quién le copiaron? ¿A quién le copió Mateo? A nadie, el lenguaje ése lo inventaron ellos. Uruguay es un país inventor de lenguajes en la canción. ¿A quién se parece Lazaroff? ¿A quién se parece Darnauchans? ¿Vos conocés otro Darnauchans en el que haya podido inspirarse? Lo mío es eso nada más, pertenecer a algo que es natural en Uruguay, en este país chico en el que no hay industria.

-¿Alguna vez pensaste en especular con los aspectos más exitosos de tus canciones?

-Sí, toda mi vida. Y siempre fracasé. Toda mi vida viví realmente preocupado por eso.

-Pero te fuiste radicalizando...

-Sin querer. Siempre quise ser cada vez más popular, más digerible, más fácil... tratar de ampliar el público, pero uno es esclavo de lo que le sale. Para mí, consciente de que lo mío no era masivo, de que no le llegaba a todo el mundo, eso siempre fue una espada de Damocles, una preocupación muy seria y nunca encontré las herramientas para revertirla.

-Viviendo la paradoja de ser muy conocido y no tan escuchado...

-Bueno, tan conocido no sé. Soy relativamente conocido y relativamente escuchado. No sé si soy más conocido que escuchado. Tal vez por la suma de los años puede ser. Hace treinta años que estoy en los medios y habrá gente que ha visto mi cara y mi nombre y nunca me escuchó.

-Tampoco has sido alguien que se acerque mucho a los apoyos estatales.

-Mirá, ése es un tema que daría para una entrevista entera. Es cierto, nunca tuve la actitud de ir a golpearle la puerta al Estado, pero paralelamente hay una cosa que nadie dice y nadie reconoce: en este país el Estado apoya mucho a la cultura. Sin embargo, el discurso de mis colegas y de todo el mundo en todas las disciplinas artísticas es siempre “el Estado nos abandona, nos mata de hambre, no hay apoyo, no hay políticas”. Yo pregunto; el carnaval, ¿quién lo banca? El Teatro de Verano, el Solís, la Zitarrosa, el Florencio Sánchez, ¿de quién son? La Semana de Turismo en el Prado, en que contratan y le pagan el cachet a mil payadores desconocidos, cantores criollos y grupos de danza folclóricos. Sigo: la Comedia Nacional, la Escuela de Arte Dramático, ¿de quién son? La lista puede ser interminable. Entonces, ¿el Estado uruguayo no apoya a la cultura? ¿Por qué no empezamos a revertir esa mirada crítica ciega de queja cuando el Estado hace de todo? Y en los últimos años más que nunca. ¿El Ministerio de Cultura [MEC] no apoya? ¿Vos sabés todas las salas que recicló en el interior? Teatros que estaban abandonados, cines que estaban hechos guasca y que rescataron entre las intendencias de los lugares apoyados con guita por el MEC en el período pasado, cuando Astori era ministro de Economía. Las idas de grupos teatrales y exposiciones de plástica al exterior, los concursos, los docentes que se mandan al interior pagados por el Estado... ¿Vos sabés que me calienta esa ingratitud?

-Y también hay productos artísticos supuestamente viables que ante la duda piden la ayuda estatal.

-Bueno, es que pedir pedimos todos, ya sea con los Fondos Concursables, con esto o con lo otro. Todo el mundo pide. También los cineastas... Yo a veces me pregunto; se hace una película, se gasta un millón de dólares, está cuatro días en cartel y después baja. Para que el tipo se dé el gusto, después, de presentarla en un festival por ahí. Y es guita eso. A mí dame la guita de una película y te hago 25 discos y 40 giras y te reciclo dos teatros, con la guita de una película. Y se lo dan igual y la película la ven cuatro tipos. No, se apoya todo... Cosas inviables también. Pero, cabe preguntarse, ¿no está bueno que una cosa, por más masiva que sea, por más que sea Jaime Roos, también reciba un apoyo para que la gira esté buena, para que los escenarios y las luces sean mejores? Y que así la gente que eligió a ese artista como su favorito también pueda verlo en su pueblo natal. También está bueno que se apoye al más fuerte, que se apoye a todo. En definitiva, todo es artístico. Yo no me quejo; cuando puedo me gusta tocar el tema y dar esta voz que, francamente, nunca escucho. No sé si será ingratitud de los artistas o un exacerbado sentido pedigüeño que tiene la sociedad uruguaya.

-Claro, yo lo que decía es que hay gente que cree que puede desarrollar una carrera de artista popular subvencionado por el Estado.

-Bueno, eso me parece un grave error de quien piense así. El Estado no es una fundación de salvataje. Me parece una posición equivocada. Pero además nos olvidamos de otra cosa muy básica: cualquier persona que elija la profesión artística, ¿no sabe de antemano, acaso hay que explicárselo, que acá se va a morir de hambre? ¿Que somos tres millones en un país pobre y que la sociedad no tiene la capacidad de absorción para todos y que Uruguay tiene demasiados artistas? Hagamos una estadística del porcentaje de artistas en la sociedad uruguaya. No puede ser. ¿Todos queremos ser artistas, todos estudian guitarra, todos quieren sacar su novela? ¿Todo el mundo? Dentro de unos años no va a haber un sanitario, un carpintero: todos van a ser artistas.

-Vos sos un compositor prolífico y tengo entendido que vas procesando tus canciones a lo largo de mucho tiempo. ¿No es difícil encontrarse con el tiempo para cerrar todo ese material?

-Sí; igual me hace feliz tener todo eso inconcluso, porque es como decir “yo por quince, veinte años no tengo que preocuparme por componer”. Igual uno sigue haciendo cachitos, pedacitos.

-No podés cerrar la fábrica.

-Afortunadamente, yo siempre tengo ideas nuevas. Será que la psiquis se acostumbró a un proceso vicioso en el que siempre estás pensando en algo, en una frase, en un concepto armónico. Soy así y por algo me dedico a esto desde que tengo 13 o 14 años. Y eso se constituyó en el centro de mi vida porque es lo que más felicidad me ha dado. ¿Hay algo más lindo que componer una canción y que encima alguien la apruebe, y comunicarte con eso? Es lindo eso, ¿verdad? Comunicarse con algo que vos elaboraste y salió de tu cabeza. ¿Puede haber algo más lindo que terminar un recital y que venga alguien y te diga una frase linda? A veces viene un tipo, un hombre grande, con una lágrima, emocionado porque una canción tuya, un verso lo hizo llorar. ¿Hay paga más grande que eso en la vida? Afortunadamente, mi vida tiene eso.
Gonzalo Curbelo

Cabrereadas (aclaración)

El apresuramiento, la ignorancia, una bebida inadecuada y tibia más el sol de enero en la cabeza sólo pueden producir una burrada: la que declaré en la entrevista que me realizara la diaria el pasado viernes 21. Personas como Walter Tournier, Ricardo Casas y otras, haciendo gala de afecto, paciencia y ánimo educativo, me proporcionaron los datos que me faltaban y cuya ausencia me llevó a aquellos infortunados dichos. No me ha gustado nada representar en estas últimas horas el papel de bocabierta desinformado. A todos los cineastas, documentalistas y afines de este país, mi más sincero pedido de disculpas. ■
Fernando Cabrera.

domingo, 2 de enero de 2011

Cabrera: un acto de amor musical

Del folclore al rock, de la música llamada culta a la de Brasil, del tango al candombe, las fuentes musicales de Fernando Cabrera no podrían ser más amplias.



A la hora de rendir tributo a colegas de distintas generaciones, Cabrera demuestra una vez más, su condición de omnívoro musical.

Por: Elbio Rodríguez Barilari

Canciones Propias se intitula este CD de canciones ajenas, lo cual no deja de ser una paradoja muy cabreriana. Propias, porque se sienten como propias. Y porque con estas cuidadas versiones el músico las recrea, las subvierte sin traicionarlas y las hace más suyas.

A la humorística El Tero Tero, del gran Marcos Velásquez, le pone una cuota de urgencia en la voz, le agrega una guitarra eléctrica y, por momentos la subraya con unos acordes rockeros. Todo, sin perder el sonido de acordeón y piso de tierra.

Alfredo Zitarrosa compuso y cantó las más perforantes canciones de amor de manera discreta, como ocultando el sufrimiento tras la gomina, el traje y el humo del cigarrillo. Pero Cabrera no tiene esos frenos. La hace con piano y coros, con la voz estrangulada de un tipo al que lo están dejando, ultra románticamente.

"Morir en la capital", del lamentado Pablo Estramín describe las ventajas de la urbe para estudiar, para progresar, para ir al médico, hasta para morirte. Cantada con un rictus agridulce, como hace Cabrera, resulta aún más efectiva. Especialmente porque nada ha cambiado en todos estos años.

Dino es uno de los grandes autores pop de la música uruguaya. Vientos del Sur, a estas alturas, es casi tan emblemática como Milonga de Pelo Largo. Cabrera recurre a su propia veta pop, para entregar una versión que fluye naturalmente, con un 2 muy acentuado, casi como si fuera un toco, y solo de órgano incluido. Hasta que entra un épico coro a cargo de la carismática Laura Canoura.

El folclore con carácter festivo retorna con Otra cosa es con guitarra, de Anselmo Grau. Este es otro de los autores damnificados por la amnesia nacional, así que se celebra doblemente el tributo.

Caminitos de tierra colorada todo el mundo la conoce en la versión de Los Olima. Ese clásico, letra de Agustín Bisio y Alán Gómez es, en mi modesta opinión, porque quien es uno, uno de los surcos más brillantes de este notable disco. Al hacerla muy lentamente, casi como en un estado onírico, Cabrera tiene más tiempo para decirla, para sopesar las palabras como perlas, de este monumento de evocación y ternura.

Quienes hayan escuchado a Mateo haciendo Príncipe Azul en vivo, saben que la encaraba como una canción muy para niños. De la misma forma la enfoca Cabrera, aunque le agrega ciertos toques perturbadores, no necesariamente ajenos a la experiencia infantil, por cierto.

Rada hace Botija de mi país como un homenaje cálido y gozoso. La letra tiene implicancias bastante más dramáticas. En ellas se enfoca Cabrera para cantarla con dolor y bronca. Y le agrega una estrofa de Te Parece, que denuncia el arrasamiento de la cultura negra por parte de la sociedad blanca.

Debo confesar que Arma de doble filo es mi canción favorita entre las de Dino. Acá viene en un estilo murga reggae que no va a defraudar a ningún adicto del Cabrera eléctrico.

Compuesta por Darnauchans y Bismark Vega, Balada para una mujer flaca es probablemente la canción pop amorosa mejor lograda de este lado del Plata. Cabrera la hace de un modo que recuerda la banda eléctrica del Darno en sus momentos más brillantes del Solís y del Notariado. Imperdible.

Quizás la versión más distante de la voluntad de su autor sea Milonga de andar lejos, de Daniel Viglietti. Porque Cabrera la electrifica, le crea un espacio sonoro alrededor, profundo, evocativo, la interviene con un pulso ajeno, dialoga con la canción y la convierte en algo nuevo.

Imposible comentar todas las canciones en este espacio, pero no hay que despedirse sin destacar la versión de Gurí Pescador. Ese clásico de Osiris Rodríguez Castillos recibe un tratamiento casi electroacústico, donde todo un paisaje sonoro y denso ambienta este recuerdo infantil.

Canciones de Aníbal Sampayo, Ruben Lena e Ignacio Suárez con Yamandú Palacios completan el panorama de los homenajeados en este disco, todo un acto de amor musical.

barilarius@yahoo.com