domingo, 8 de enero de 2012

Fernando Cabrera en plenitud

La profunda vocación por la música lo llevó a dejar de lado la posibilidad de formar una familia. “Me alcanzaba con ser pobre yo. Es muy difícil acá sobrevivir de esta profesión. Yo pasé penurias económicas siempre hasta hace muy poco tiempo”, dice Fernando Cabrera. Hoy está en lugar de siempre, en el de reiniciarse. Así planifica un DVD que saldrá en otoño como parte de un libro con poesías, tras un 2011 en el que reeditó El tiempo está después, luego de 22 años de su primera publicación.


Entrevista de los periodistas Joel Rosenberg y Miguel Ángel Dobrich con Fernando Cabrera, en No toquen nada, de Océano FM.

Joel Rosenberg: Encontramos una excusa para esta entrevista con El tiempo está después, porque hace tiempo que queríamos invitarte. Es bueno que se haya concretado en el 2011, otro año muy movido para vos. Este disco es del año 1989.

Sí, 89, es mi cuarto disco con el sello Orfeo, que al desaparecer unos años después, todo el catálogo quedó un poco boyando por ahí. Lo había adquirido en primer la EMI Argentina. Quedó un poco sepultado y por suerte, en los últimos años, tengo entendido que con un esfuerzo bastante importante económicamente, el sello uruguayo Bizarro pudo adquirirlo. Estoy hablando de un catálogo muy grande de música uruguaya que abarca no sé si algo así como 900 títulos de toda la década del 60, 70, 80, entre los cuales estoy yo.

Este disco solamente había sido editado en vinilo y en cassette, no había todavía CD’s en el año 89. Entonces cuando se editó se agotó y nunca más estuvo a la venta. Una lástima por lo que yo he escuchado muchas veces decir de gente que le gusta lo mío y eso, muchos lo consideran uno de mis mejores discos, y recién ahora más de 20 años después sale por primera vez en CD. Hicimos un trabajito de remasterización, fue un poco mejorado por Rodolfo Fuentes, la masterización por César Lamschtein, así que agradezco a Bizarro.

Vos decís no por tu obra solo sino por toda la obra que están rescatando de la música uruguaya.

Abarca de todo. Estamos hablando desde cosas de Los Olimareños, Zitarrosa, toda la gente de los 60, pero también el fenómeno del rock post-dictadura, de los 80, son todas las primeras grabaciones de Los Estómagos, Traidores, Los Tontos, y muchas cosas más, cantautores de todos los géneros.

Miguel Ángel Dobrich: Fernando, ¿hacia dónde proyectás tu obra?

¿Ahora?

Si, tras tener la posibilidad de re-escucharte, con estas reediciones.

Las reediciones a veces me descolocan un poco. Me confunden.

¿Por qué?

Porque yo tengo unos diez o doce discos más o menos y todos ellos son bastante diferentes entre sí, algo que por otra parte yo siempre busqué, no es que hayan quedado accidentalmente diferentes. Y cuando escucho algunos de ellos encuentro que todos son como direcciones que no sé si son para continuarlas o no, son como cerrados en sí mismos también, entonces me vuelve a poner en el mismo lugar de siempre, que es el de reiniciarme, intentar que el próximo también tenga otras pautas, otros colores, otros estados de ánimo. Precisamente estoy preparando algunas cosas para el futuro. Y por consiguiente no soy mucho de mirar lo que hice como para tomar como base o punto de partida. Y me pasa también, no sé si será común esto con otros colegas, de una gran ajenidad, así como por supuesto uno lo siente como propio, y son mis ideas y etapas mías de otros años, otros Fernandos Cabreras que me integran también. Pero también siento una gran ajenidad con todos esos discos. Las dos cosas, un poco ambiguo lo que estoy diciendo, pero es así. También siento como que no fueran míos, los escucho como si fueran de otra persona.

Bueno, eso te permita escucharlos.

No, no los escucho nunca. Muy rara vez.

¿Qué has ganado y qué has perdido con el paso del tiempo como compositor y como intérprete?

Bueno, las dos cosas. Como compositor creo que he perdido frescura y he ganado otras cosas, otros valores, que tienen que ver con la experiencia, de repente menos tirarse al agua, menos impulso, pero sí hay cosas más redondas o más encontradas. Trabajo mucho más que antes. En los comienzos, en mi juventud, los primeros discos yo recuerdo que una canción yo la componía en veinte minutos, en un rato, en una hora, en dos horas. Y también muchas canciones que yo grababa en los discos estaban recién hechas, recién compuestas, y antes siquiera de tocarlas en vivo jamás ya iban al disco. Eso lo cambié por completo en la actualidad.

Joel Rosenberg: ¿Ahora cuánto tiempo te lleva?

Puedo estar dos años con una canción. O tres o quince. Porque voy guardando en carpetas y cosas, ideas, bocetos, y algunas las termino al cabo de un tiempo, y otras capaz que están conmigo quince o dieciocho años, y hasta que llega un día, el momento que le encuentro el punto final, que quedo plenamente conforme tanto sea con la letra como con la música. O sea, soy mucho más meticuloso en la parte compositiva. Y en la parte del intérprete creo que he ganado, creo que he mejorado en lo vocal y en lo guitarrístico notoriamente. Eso lo siento yo, por ahí el público o alguien que lo vea de afuera dice: “Está completamente equivocado, cada vez canta peor”. Yo siento que he mejorado mucho en lo expresivo, en el manejo de mi voz, y también en el tema de la guitarra. Yo siento que he hecho algunos avances. No lo digo con ninguna vanidad ni con nada que se le parezca, es algo estricto.

Vos decís que hay un vínculo emotivo con la gente que te sigue, en una nota del Portal 180 donde lo señalás: “Hay una comunicación profunda entre el público que me sigue y yo. Sobre todo en los últimos años, eso se ha fortalecido y profundizado”. ¿Por qué esa idea de que se ha fortalecido y profundizado? ¿Es de sentirlo nada más?

Lo veo. Lo poco que se puede apreciar desde el escenario, lo que te cuentan colaboradores que presencian en la platea, en la salida, en el hall del teatro, las reacciones de la gente. Me da la impresión de que cada vez es más honda y cada vez es más profundo y emotivo o emocional el tipo de vínculo que se establece entre el público y yo y mis canciones. Y creo que la gente que me sigue va buscando precisamente eso, experimentar determinadas experiencias sensoriales y emotivas, que incluso van quizá más allá de lo meramente musical o poético. Y ahí, bueno, por ahí como siempre llegamos a una posible definición de ese aparato mágico que es una canción, que permite tantas cosas.

Hay un clima que se crea en tus espectáculos. Ni mejor ni peor, distinto quizás a otros.

Hay un clima, sí, de gran concentración, de gran recogimiento, que también va permanentemente yuxtaponiéndose con muy lindas expresiones de aplausos y de expresiones mu y fuertes del público. Un silencio absoluto en un momento y después una gran explosión de afecto, y de vuelta un silencio absoluto, y la gente se mete en la canción, no vuela una mosca. Es una cosa que pasa siempre.

Si, pero vos lo generás. No sé si es por timidez, vos tampoco sos de hablar mucho con el público, de interactuar, como hacen otros artistas.

Sobre todo antes sucedía eso. Yo era muy estaca, muy de clavarme en el lugar y no abrir la boca. En los últimos tiempos ha cambiado eso. Recientemente, dos o tres años a esta parte yo siento que estoy un poco más parlanchín y estoy más suelto.

Podés disfrutar un poco más con eso.

Sí, disfruto mucho con eso, porque también encontré que en algunas palabras que yo diga y que no suelen ser al azar tampoco, es lo mismo que lo que está sucediendo en este mismo tampoco con este reportaje. Un reportaje para mí tampoco es cualquier cosa, no es que yo venga a hacer un trámite. Yo en este momento me estoy comunicando con miles de personas, no me lo puedo tomar a la ligera, y yo sé que también ustedes establecen un canal de comunicación no igual pero sí parecido a cuando estoy arriba de un escenario en el marco de un teatro.

Entonces ese respeto a vos te lleva a forzarte como más estaca, más quieto.

No es que me forzara. Por un lado era un poco de timidez que yo tenía más en la juventud y que creo haber ido perdiendo. También un formato, un modelo de presentaciones que era muy común hace muchos años en mi infancia, en la época de mi adolescencia, que eran más así las presentaciones. Si vos ibas a ver a un grupo, un conjunto, un solista, lo que sea, la cosa era más seria, era más como formal, había algo más de liturgia que se fue perdiendo, es lógico, porque los tiempos cambiaron y ahora en la vida hay mucho más desparpajo en todo. Incluso en ustedes, en los comunicadores radiales es una cosa notoria de los últimos tiempos.

¿Tenés una idea etaria del público?

Tengo una idea, no sé si exagerada, porque francamente yo lo puedo comprobar, a veces uno ve un poco la gente. Sucede desde hace mucho tiempo pero cada vez más, y algo que a mí me halaga profundamente, me hace muy feliz: ya casi no hay límites de edad. En mis recitales puede haber niños muy chiquitos, por supuesto llevados por sus padres o sus hermanos, hasta personas de 80 años. Creo haber roto, me siento muy feliz por ello, esa cuestión de las barreras generacionales, que son a veces inevitables, porque por más que uno se lo proponga uno tiene un código, tiene cosas que lógicamente se dirigen a una franja etaria, generalmente a la propia. Pero a mí me alegra mucho observar que sigue aumentando cada vez la gente muy joven en los recitales, adolescentes, pero adolescentes me refiero a gente de 14 o 15 años, gente de 20, y de ahí para adelante. Y a veces niños también.

Un oyente dice que sabe que está por salir un DVD. ¿Para cuándo?”

Para el próximo otoño. En realidad es un libro con formato de CD con unos 50 o 60 poemas míos, no letras de canciones sino otra línea poética, y en la solapa interna va a venir un DVD con un concierto filmado el año pasado en Argentina en los Estudios ION, legendarios estudios ION, muy bien hecho, tres cámaras, realmente una línea casi cinematográfica, precioso, con canciones mías de todas las épocas. DVD y poesía. Va a salir, se llama Intro el proyecto y va a salir aproximadamente en abril.

Miguel Ángel Dobrich: Yo imagino que como artista quizás mucho de lo que consumís en tu tiempo libre de algún modo repercute en tu trabajo. Yo quiero saber, como fan, ¿qué leés, qué escuchás, qué mirás?

Bueno, yo tuve un gran aprovechamiento del tiempo libre desde mis 14 o 15 años hasta hace unos pocos años de una manera enfermiza, como lector, como consumidor de una cantidad de manifestaciones culturales, artísticas. Cine, teatro, prosa, poesía, música por supuesto, muy variada gama. Nunca me ajusté a un estilo, un gusto en particular, un género. Eso lo hice aproximadamente 40 años y en la actualidad no lo hago para nada. Busco el silencio, busco la nada, busco descansar, estoy muy saturado. Quizá tenga un poco, para utilizar una metáfora contemporánea, el disco duro bastante sin espacio.

Necesitás un disco duro externo.

Para almacenar. Espero que se me vaya esto, pero le he perdido un poco, estoy cansado de la música, estoy cansado de leer, preciso mucho más la vieja y querida introspección, el silencio y la nada.

Joel Rosenberg: Así que tu obra se está nutriendo más de Fernando Cabrera o de los múltiples Fernandos Cabreras que de estímulos ajenos a ti.

Aparte que los estímulos igual siempre están. No hay posibilidad de aislarse o de meterse en una burbuja. Yo soy una persona que vive, y permanentemente tenés contacto con un televisor prendido o con la radio o con los medios gráficos de periodismo, las relaciones, las amistades, los contactos. Soy una persona que por mi profesión también, o no sé si por características de mi personalidad, tengo infinidad de contactos humanos todo el tiempo, todo el tiempo. Conozco a millones de gentes, de barras, de todo tipo, la colectividad artística uruguaya yo soy amigo de todo el mundo, contacto con los pintores, con los escritores, con los bailarines, con los poetas. Siempre fue así. Entonces no estoy aislado, mentira.

No te encerraste.

No estoy encerrado pero sí busco un poco más el silencio, la tranquilidad. No estoy escuchando discos en mi casa, no estoy poniendo un disco o escuchando la radio o leyendo la última novela. Francamente en este momento no.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Y qué te lleva a componer?

A componer me lleva lo de siempre que es una especia de misterio, una especie de no saber qué, que me ha llevado por experiencia a la actitud de estar a la expectativa, de estar a la espera, de no buscar. Porque las experiencias que he tenido de buscar, de proponerme hacer cosas no han sido buenas nunca, siempre los mejores resultados son cuando llega, cuando te sorprende una idea, cuando te agarra una idea, y eso puede pasar en cualquier lugar, en cualquier momento, a cualquier hora, estés contento, estés triste. Es un misterio. Llega una idea. Una idea puede ser una frase, una linda idea, apenas un verso, puede ser un título, puede ser una pequeña línea melódica. Nunca alcanza para algo completo. Siempre es un cinco por ciento, con suerte. Pero cuando llega esa idea se despiertan cosas, se destapan cosas, o se encadenan cosas que hacen que a vos te motive, porque por lo general tengo poca motivación en los últimos tiempos, me siento un poco alicaído del entusiasmo creativo. Pero cuando aparece una idea se despeja todo eso y el encadenamiento comienza, que es una especie de misteriosa responsabilidad o misterioso sentido del deber de continuar esa idea. ¿Continuarla cómo? Continuarla con el oficio, con el trabajo, con la cosa ya más racional, no tan intuitiva como fue como apareció esa idea, que fue de orden intuitivo, entonces me vuelven las ganas.

¿Y cómo se vincula la música con la palabra en ese proceso?

En mi caso hay dos maneras de hacer canciones, que son cuando hay primero una música la cual vos luego le ponés letra. Esa música ya te determina una métrica, una acentuación, no es tan sencillo embocarle a las palabras porque vos ya tenés una melodía. Esa es una forma. La otra, que en mi caso es la mayoría de las veces, un 80 por ciento te diría, es hacer primero el texto. Puede llevar largos meses o años. Y esa continuidad del tiempo que uno está manejando ese texto y vos en tu cabeza lo repetís o lo ves en el papel y lo corregís, estás con él mucho tiempo, hace que la métrica del texto, la métrica del verso, lentamente en mi cabeza, en mi mente, en mi inconsciente, vaya ya formulando la pauta melódica. La melodía se va haciendo sola, lógicamente basada en esos acentos y en esa métrica que ya tiene el verso. Se va haciendo sola, cuando quiero acordar ya está hecha la melodía. Y en los últimos años también he modificado un poco el sistema de componer con música que antiguamente era muy atado a lo armónico, a la sucesión de acordes, a un circuito armónico que uno inventa y luego le pone la melodía a eso para hacer al revés, tratar de inventar la melodía pelada, inventar una melodía sin pensar en los acordes. Yo vengo de un enviciamiento armónico muy fuerte que es mi herencia de la música brasileña, y una cantidad de cosas, de armonías cargadas, de considerar que el acorde cuanto más raro es, es más interesante o más rico, lo cual descubrí lamentablemente tarde que era una cosa para nada verificable. ¿Por qué lo más complejo tiene que ser lo más interesante? Es una especia de vicio que muchos cargamos. Los que venimos de los años 60 y 70, épocas mucho más experimentales en la música popular, épocas donde dominaban los Piazzola, los Hendrix, los Beatles. Entonces, claro, era muy compleja esa música. Los que nos criamos en esa época un poco nos comimos la pastilla esa de que había que ser complejo y extraño.

Yo comprendí con los años que más bien era una traba, una traba de comunicación, que lo mejor siempre es ser sencillo, buscar la simpleza. La belleza y la profundidad pueden perfectamente venir en la simpleza. Aparte en la canción uruguaya, donde yo me muevo, hay sobrados ejemplos de esto. Yo siempre digo: simple y hondo. Y tenemos a Dino, a Ruben Lena, tantos ejemplos de eso.

Miguel Ángel Dobrich: Ya que hablamos de la canción uruguaya. En Argentina se dice que Charly es el padre, que Fito es el hijo, y que Spinetta es el Espíritu Santo. ¿Cómo sería la Divina Trinidad uruguaya?

No hay una trinidad, es más colectiva me parece. Es más como un Parlamento. Yo lo veo como un Olimpo de varios dioses, no de tres. Pero ta, la lista es larga porque arranca a mediados de la década de 1950, con los pioneros-pioneros, que son Aníbal Sampayo, y también sin estar muy en contacto entre ellos… También venía Amalia De La Vega, de antes, también era autora, y fue un poco la que pautó un camino que luego tomó Zitarrosa. En los 50 aparecen Sampayo, un poquito después Osiris Rodríguez Castillos, también ya Ruben Lena y Víctor Lima venían trabajando. Luego nutrieron ellos dos todo el repertorio de Los Olimareños. Marcos Velázquez, Anselmo Grau, ambos estos últimos estuvieron muy estrechamente en contacto con el estudioso Lauro Ayestarán, musicólogo, o sea que sabían bien de lo que hablaban. Había profundizado nuestros géneros, géneros de acá, de la banda oriental, del Uruguay. Daniel Viglietti después, Los Olimareños luego. Un poco después, ya a mediados de los 60, fijate que aparecen juntos: Zitarrosa, Rada, Mateo y Dino. Los cuatro prácticamente en el mismo año comienzan su trabajo. Ya te nombré unos cuantos y puedo seguir con El Sabalero y con Numa… La canción uruguaya realmente es una cosa formidable. Es reciente porque estamos hablando de 50 años, a pesar de que nos parece que fuera remoto. Uno dice Aníbal Sampayo, pero Aníbal Sampayo empezó a componer a fines de los 50, a mediados de los 50, no hace tanto.

Joel Rosenberg: Hay una frase tuya, Fernando, en una entrevista que me llamó la atención, a propósito de tu tarea de lo que has hecho durante más de 35 años. Decís: “Lo he hecho con el máximo nivel de entrega que vos te puedas imaginar de un ser humano hacia una profesión o una actividad. Es enamoramiento que ya no pasa ni por el análisis, es como caminar, como respirar”. ¿Qué dejaste de lado por ser este artista de tiempo completo? ¿Qué has dejado de lado ahora con 55 años y cuando mirás atrás?

Bueno, no formé una familia, por ejemplo. No tuve hijos. Tal vez no hubiera podido tenerlos. O si hubiera tenido hijos y hubiera tenido una familia no hubiera sido músico. Eso es algo que tuve claro de bastante joven. Es muy difícil acá sobrevivir de esta profesión. Yo pasé penurias económicas siempre hasta hace muy poco tiempo. Y después no sé qué mas dejé de lado, creo que eso es lo más importante.

Vos decís que eran incompatibles las dos cosas.

Para mí. No digo que lo sean en general porque está lleno de ejemplos de lo contrario. Para mí no hubiera sido. Yo creo que si me hubiera casado, hubiera tenido una pareja estable a los 20 o 25 años, yo hubiera tenido hijos, hubiera tenido que necesariamente abandonar la música porque no hubiera podido mantener a mi familia con la música. Yo viendo eso ya en aquella época preferí relegar un poco este asunto, porque tenía una profunda vocación y me alcanzaba con ser pobre yo.

¿Tuviste momentos en que te arrepentiste del camino elegido?

Sí, no sé si arrepentido pero sí tuve muchas dudas, muchas broncas. Periodos de una profunda depresión, porque los resultados, no artísticos, los resultados profesionales no se daban de la manera suficiente. Eso me deprimía mucho en una época porque no comprendía las claves de por qué sucedía. Yo tenía un error de apreciación o un error de análisis de por qué sucedía eso, entonces caía en un uruguayismo muy típico que es echarle la culpa a los demás y pensar que las causas están en otro lado y no en uno.

¿Cómo estás hoy con respecto a tu carrera y lo que has logrado? ¿Cómo te sentís hoy en una madurez en la que la gente te quiere, la gente del espectáculo, cuál es la sensación que tenés hoy?

Me siento en un momento de gran plenitud, de gran felicidad, porque me suceden de forma permanente cosas muy hermosas desde todo punto de vista. Con la gente, con los colegas, con los resultados mismos de mi trabajo, con la evolución que yo pienso y pretendo que se vea en mi trabajo. Me siento muy feliz, recibo toda clase de elogios, de halagos, no solo de acá, de otros países también, de gente muy importante, de gente que está en la cosa. O sea que en los últimos años eso se ha modificado mucho en mi vida, me ha dado mucha felicidad. Me estimula mucho también, y a la par que me estimula también me pone nervioso.

¿Por qué?

Porque siento que se espera mucho de mí también, y yo también lo espero. Hay una doble circunstancia de presión, mía y del entorno. Entonces te pone un poco en un lugar de nerviosismo, de no fallar, de no hacer una cosa floja, de que tu próximo disco no vaya a ser inferior al anterior, que los estrenos que siempre hago, canciones nuevas que no defrauden, un poco nervioso te pone eso.

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