sábado, 14 de diciembre de 2013

“Opinar es también hablar sobre nuestro interior, sobre las almas”



Por Débora Ruiz. El músico uruguayo Fernando Cabrera charló con Marcha sobre su nuevo disco, Viva la patria, el tango, la relación con el éxito y los artistas que más lo influenciaron.
En consonancia con un fenómeno de revalorización de la música uruguaya que lleva varios años de continuidad  (tanto en la franja rioplatense como en el resto de América Latina), Fernando Cabrera, uno de los cantautores más virtuosos de Montevideo, recorre el camino del reconocimiento y edita Viva la Patria, un álbum de 16 canciones inéditas grabadas íntegramente con su quinteto.
El título del disco se desprende de un tema que lleva el mismo nombre y que Cabrera bautizó por impulso. Del Hospital Canzani a la fábrica de ladrillos, el track recorre una historia de vida narrada desde la mirada de un feto, un niño, un trabajador y un anciano.
A nivel letrístico, el músico opina que cada una de las piezas del material aborda temáticas muy variadas, como “Caminos en flor”un homenaje a los artistas aficionados: a los actores, a los payadores, a los artistas de circo, a los que hacen malabares en los semáforos.
“Asimismo, hay  canciones más delirantes, con cosas autobiográficas pero que también tienen delirio y un poco de humor” dice. Y cuenta sobre “Buena madera”: “Un candombe que hace referencia a la única persona de mi familia que no siguió la tradición de dedicarse al sector automotriz y eligió la carpintería. Muchos familiares se dedicaron a la compra de autos, a tener talleres, a los repuestos, de ahí que uno de mis temas se llame Punto muerto", bromea.
Del disco, también se destacan “Cine y religión”, canción que habla sobre los espacios cinematográficos devenidos en estacionamientos o templos evangélicos; “Nunca te dije te amo”, banda de sonido de la ópera prima de Gustavo Garzón, “Por un tiempo”; y “Canelones”, track que hace referencia a los últimos 200 años de historia del departamento charrúa.
Si bien Cabrera no sabe definir con exactitud por qué escribió sobre dicho lugar, la canción se suma a una lista notoria de letras de su repertorio que incluyen alusiones a la historia del Uruguay, tema de gran interés para el músico y sobre el que se define como lector apasionado.
Luego de Viveza y Bardo, las dos producciones que terminaron de afianzarlo de manera notable de este lado del charco, Cabrera se permitió reversionar varios temas del cancionero uruguayo tradicional con Canciones Propias, una placa que sirvió para plasmar un puñado de piezas que el músico venía tocando en vivo desde hacía algún tiempo y que fueron registradas en ese disco.
El cantautor quedó enormemente satisfecho, “más, incluso, que con discos de canciones mías, porque tuve la suerte de encontrar, junto con mis compañeros de banda, un punto arreglístico interesante que tiene que ver con cómo reversionar, con cómo desarmar y volver a armar. Quedé muy contento y me gustaría seguir haciendo ese tipo de trabajos con otra cantidad de canciones uruguayas que me quedaron en el tintero, más contemporáneas: por ejemplo, de todo el mundo del rock uruguayo; también con tangos, con los Beatles, con cosas de Brasil…”.
A propósito, que Fernando sea un estudioso del tango y que, en los últimos tiempos, sus indagaciones se hayan afinado, hace sospechar que quizás pueda estar gestando un proyecto que lo acerque a dicho género, pero, rápidamente, despeja dudas y aclara que sus investigaciones tienen que ver con que encuentra allí enormes enseñanzas: “Hay gente que dice 'ah, el tango, algo que escuchaban mis padres, es viejo, ya está caduco', pero estamos hablando de hace pocas décadas y de un fenómeno riquísimo que comienza a principios de 1900, del siglo XX, y que llega, en su forma más fuerte, hasta los 50, los 60. Son cinco, casi seis décadas de mucha creatividad, de muchos compositores, orquestas, maneras de cantar, hay mucha cosa, es infinito”.
Sobre Piazzolla sabe vida y obra de memoria, pero también está desde siempre con Gardel: “Y no me refiero solo a cómo cantaba, sino a todo el repertorio gardeleano, a sus guitarristas, a sus arreglos, a toda una cantidad de cosas que reúne. El grabó como 900 temas en su vida, hay mucho ahí. También hay cosas que tienen que ver con toda una cuestión criolla, que cultivó hasta su última película, hasta su último disco y que es muy interesante”, explica. Y menciona a los músicos que está estudiando en estos momentos: “Troilo tiene en su haber como 500 grabaciones y Canaro dejó 7 mil temas grabados en 50 años”.
En clara actitud de estudio más que de escucha por placer, Fernando compra libros, recorre Avenida Corrientes buscando material, investiga, estudia: “Estoy muy metido en el tango, seriamente, y no con idea de producirlo, sino que simplemente creo que es una gran escuela”, afirma.
Otras influencias fundamentales para él son Yupanqui, Los Beatles, Jobim, Zitarrosa, Rada y Mateo, pero ¿qué tienen estos artistas para ser imprescindibles en su historia? Cabrera define a cada uno y a la vez, es como si estuviera hablando un poco de sí mismo: “A Yupanqui lo considero el pionero en esta tarea de cantar y opinar a la vez y opinar no quiere decir sólo ajustarse a lo social, sino también hablar sobre nuestro interior, sobre las almas; y además por tomar como material de trabajo todo lo de la tierra de uno. A Los Beatles los nombro por haber dejado grabada una especie de biblia de la canción, por ser ejemplo en muchas cosas, por ser artistas en el medio eminentemente empresarial y comercial que les tocó transitar. Pienso que Zitarrosa unió como nadie y sin rispideces lo rural con lo urbano y penetró por igual el alma de ambos mundos. A Rada y Mateo los elijo por lúdicos y profundos. Y a Jobim, al igual que Yupanqui o Piazzolla, por ser hurgador en el pasado y puenteador con el futuro”.
Con 35 años de carrera a cuestas, este momento de reconocimiento parece ciertamente tardío para un artista de la talla de Cabrera, quien sostiene que “cuando van pasando los años y ves que todo es dificultoso te vas haciendo a la idea de que va a ser así para siempre y que hay ciertas mieles que nunca te van a alcanzar; entonces, que me pase esto ahora, ya mayor, es algo muy inesperado y, por consiguiente, doblemente agradable, que me hace muy feliz”.
Justamente, que el  éxito llegue en este período de su vida, le permite echar luz sobre una problemática que aqueja a las personas de su generación: “Estoy en una etapa de la vida en la que la mayoría de los seres humanos tienen problemas con el trabajo; si alguien lo pierde, hoy en día, a los 50, 55 años, ¿qué le pasa? Olvídalo. Y a mí me está sucediendo exactamente lo contrario, y hasta me da vergüenza decirlo…; entonces..., mejor no puedo estar”.

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