viernes, 7 de octubre de 2011

Fernando Cabrera, Poeta en Nueva York, o un príncipe solo en “La Trastienda”.



Sábado 11 de setiembre, 21:00 horas. La Trastienda, Montevideo.

Fernando Cabrera en el escenario. Solo. Sin público. Sin banda.

La gente arrastraba las sillas. Alguien agitaba el hielo dentro de un vaso. Un mujer, a mi lado, peleaba con la mesera acerca de la pronunciación de la palabra Baileys, y otra, más allá, consultaba compulsivamente un celular. Él estaba solo, sobre el escenario. Separado del resto de las cosas. “Y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados”.

El murmurio del lugar se agitaba como en olas y sobre ellas se deslizaba la voz de Cabrera, absorto en su propio juego. El juego de la poesía y de la creación.

El sonido era pésimo, una bola eléctrica que rebotaba contra las paredes y descendía sobre el público que conversaba mientras detrás de la barra los labios se distendían en una sonrisa aceitada. Y yo recordando…“un día los caballos vivirán en las tabernas”.

Él habló. Poco. Casi como consigo mismo. Parecía vernos. Reía tímidamente. Acrecentaba su estilo, construido con paciencia. Permanecía distante. En otro mundo. Y cantaba o murmuraba, o decía y en algún momento su poesía lo decía a él. Y ambos se reconocían, el uno en el otro. Y estaban el uno en la casa del otro. Una casa en silencio, sin vasos ni celulares. Una casa en la que duerme para siempre, el Darno y Mateo y el imaginario lírico de Caetano Veloso.

Él estaba solo, con su guitarra, cruzado en la carretera, anteponiendo el cuerpo. Aguantando. Versionando canciones de otros y algunas propias. Diciendo otras nuevas. La calle Llupes, fue, otra vez, igual y distinta. Y sigue siendo “una cápsula de aire donde nos duele todo el mundo”. Un Cabrera Clásico. Y cuanto más innovador, más clásico. Aún. Equilibrado. Como un buen vino de crianza y fermentación. Sanguíneo.

Su música nos puso lágrimas en los oídos. Así también se escribe, con dolor y alegría. Una alegría efímera, rojorosada. Alegría de fósforo.

Los músicos eran la tropa, disciplinada. Los Discos de Oro. La fama y la notoriedad. Obviables.

Cabrera estaba solo con su poesía. Cabrera. Estaba. Y la Belleza.


n.a. Entrecomillado. Lorca. Poeta en Nueva York.

1 comentario:

cooltivarte.com dijo...

Hola, me gustaría dejar la fuente de este texto que es escrito por Javier Etchemendi en www.cooltivarte.com

http://www.cooltivarte.com/index.php?option=com_content&view=article&id=426:fernando-cabrera-poeta-en-nueva-york-o-un-principe-solo-en-la-trastienda&catid=46:noticias-top1&Itemid=421